La telepatía goza hoy por hoy de una dignidad importante, hasta los más inflexibles escépticos a quienes les asusta el ocultismo no dejan de interesarse por la comunicación telepática. Este fenómeno de actividad mental es aceptado con generalizado interés por casi todos nosotros. La transmisión de pensamientos, aunque revestida con un aire de misterio y asociada muchas veces con el ocultismo representa también un desafío a nuestra curiosidad al estar tan íntimamente asociada con la mente del ser humano.

El estudio y la observación de las comunicaciones de mente a mente, es absolutamente fascinante.

Existe un constante intercambio de cargas eléctricas entre nuestros cuerpos, así como también hay un intercambio de energía entre nuestros cuerpos y nuestro medio ambiente. En nuestro cerebro hay un campo eléctrico de carga positiva a nuestra disposición, que ejerciendo un mínimo de control sobre nuestra mente, podemos iniciar el proceso de transmisión y recepción de pensamientos y hasta sin este control, el proceso de emisión y de recepción seguirá operando.

El cerebro es el área donde se asienta la más elevada carga eléctrica positiva.

El cerebro es una central eléctrica que provee de electricidad positiva a cada impulso mental. Nuestro cerebro dispone de billones de filamentos constantemente emitiendo y recibiendo corrientes eléctricas.

Los pensamientos son lanzados a la atmosfera, que está cargada de electricidad negativa, lo cual configura una arrolladora fuerza de atracción.

No todos los pensamientos se almacenan en el cerebro. El pensamiento que no se graba en el subconsciente tiene muy poco valor y no origina ningún efecto. Si el pensamiento va imbuido de una profunda confianza, la mente subconsciente lo fija y ese pensamiento se mantiene en forma latente, a la espera de los componentes propicios que fomenten su crecimiento y desarrollo. Si esa idea se ve fortalecida, será capaz de proseguir su trayecto hacia otra mente y movilizar una cadena de sucesos o atraer a personas y cosas.