Vivimos creyendo que nuestro único objetivo en la tierra es obtener una felicidad hueca, una felicidad superficial. Aspiramos a una alegría sin pena, al día soleado sin la noche oscura.
Creemos que al satisfacer todos nuestros caprichos así seremos felices. Criticamos a los demás para sentirnos mejores, pues eso es lo único que importa.
Esforzarnos por experimentar una felicidad sin sombras, negando la tristeza es lo mismo que desear que el sol brille para siempre. Esta expectativa, está condenada al fracaso, el universo es indiferente a nuestro confort.
Hay que ser conscientes de que el mundo no siempre responderá a lo que esperamos de él.
En las Crisis se quema lo que no es esencial. Son un aliciente para buscar el opuesto al desánimo, no una felicidad loca y momentánea, sino un equilibrio entre la sombra y la luz
Si le tenemos miedo a la tristeza y solo veneramos la felicidad, solo veremos la mitad de un todo. El mundo no siempre se adaptará a nuestra voluntad. No busques un sitio seguro y predecible, pues es algo imposible. El universo es incontrolable. No podemos separarnos de los ritmos del mundo. Todo se mueve hacia un lado y hacia el otro, hay que buscar el camino del medio.
Alan Watts explicaba: "Existe una contradicción en el deseo de querer estar perfectamente seguro en un universo cuya naturaleza es la transitoriedad y la fluidez." Los opuestos que parecen totalmente diferentes son en realidad manifestaciones del mismo principio.
Hay que afrontar los contrarios de la vida. No hay dicha sin pesar, ni sol sin luna. La tristeza es un sentimiento vital, que nos capacita para sentir la felicidad. La meta es encontrar un equilibrio entre la luz y la oscuridad, entre el pesar y el buen humor.
No consideres la tristeza como una enfermedad de la que hay que curarse a toda costa.
Al vivirla y sentirla plenamente la cura llegará. Desde la oscuridad surgirá una luz más brillante. Una nueva conciencia, una forma diferente de ver y de ser.
Si abandonamos la lucha, sentiremos la paz y la vitalidad surgiendo desde el centro mismo de nuestro ser. Intentamos huir de la tristeza y escapar por todos los medios posibles de las penalidades por medio del alcohol, las compras, la comida, el ordenador, la televisión, etc.
Recibimos consejos bien intencionados: "Compra libros sobre cómo ser feliz. Haz más ejercicio. Películas de risa, come ensaladas. Haz yoga o taichí. Todos vienen a decir lo mismo: "Esfuérzate por huir a través de múltiples vías de escape".