El próximo 3 de octubre se estrena Drácula. La leyenda jamás contada, película en la que nos narran cómo el príncipe Vlad Tepes o Vlad el Empalador (tepes significa en rumano "el empalador") se convirtió en vampiro. En esta película se toma parte de la historia real de este príncipe rumano y parte del mito que se hizo famoso tras la publicación de la mítica novela de Bram Stoker, Drácula. Pero mito, leyenda y fantasía aparte, lo cierto es que existió un personaje real que le dio nombre al vampiro de Stoker y que fue, con toda seguridad, mucho más aterrador que el educado vampiro transilvano.

Antes de profundizar en la historia de este personaje, merece la pena que nos ocupemos de la relación entre el conde Drácula, personaje de la novela Bram Stoker, y el príncipe Vlad Draculea Tepes, el personaje histórico.

Para algunos estudiosos de la novela, Stoker se basó en Vlad Tepes para la creación de su personaje. Sin embargo, para otros, el escritor irlandés solo supo del nombre, el cual le gustó lo suficiente para adoptarlo para su personaje que, inicialmente, se iba a llamar conde Wampyr. Para este grupo la fuente de inspiración del escritor habría sido Erzsébet Bathory (1560-1614), una aristócrata de la que se dice que tomaba baños con sangre de doncellas, a las cuales empalaba.

Desde esta perspectiva, Stoker habría tenido noticia del nombre de Vlad Draculea y del doble significado de la palabra draculea. Esta significaba, literalmente, "hijo de dracul", y "drac" significaría diablo y dragón, siendo "ul" el artículo definido "el". Vlad Tepes adquirió el nombre de Draculea porque su padre, Vlad Dracul, pertenecía a la Orden del Dragón, fundada en 1408 por Segismundo de Luxemburgo.

Pero fue el significado de "drac" como "diablo" el que llamó la atención de Stoker. En efecto, los enemigos de Vlad Tepes y de su padre, Vlad II, preferían entender diablo con la palabra "dracul", para referirse a Vlad Dracul II. Y con Draculea, "hijo del diablo", para referirse a Vlad Draculea el Empalador.

De este modo, la relación entre el personaje de Bram Stoker y Vlad Draculea el Empalador solo sería nominal.

Hecha esta aclaración, pasamos a conocer al verdadero Drácula.

Vlad Draculea el Empalador nació entre noviembre y diciembre del año 1431 en la ciudad de Sighisoara, Transilvania. En el momento de su nacimiento Vlad II, su padre, estaba exiliado en Transilvania. Poco se sabe acerca de la juventud de Vlad Tepes. En cualquier caso, podemos afirmar que tenía un hermano mayor, Mircea, y otro menor, Radu el Hermoso.

En 1436 Vlad Dracul accedió al trono de Valaquia como Vlad II, tras la muerte de su hermanastro, Alexandru I Aldea. A partir de este momento, sus hijos, Vlad Draculea incluido, recibirían una educación real.

A los 13 años de edad, en 1444, Vlad y su hermano Radu son entregados por su padre como rehenes a los otomanos.

Esta era una exigencia del Sultán de Turquía. Se trataba de una muestra de sumisión, que se le exigía habitualmente a los gobernantes de los países cercanos al Imperio Otomano.

Hasta 1447 se hizo cargo de él el Sultán, Murat II. Ese año volvía a Valaquia solo para saber que su padre había sido asesinado de una paliza y que a su hermano mayor, Mircea, lo habían enterrado vivo tras quemarle los ojos con un hierro incandescente.

En septiembre de 1448 se convierte en rey de Valaquia, permaneciendo en el cargo solo un par de meses, tras los cuales fue expulsado por los húngaros. No obstante, volvería al trono en 1456. Esta vez su reinado fue más extenso, durando hasta 1462. En 1474 volvía a recuperar nuevamente el trono de Valaquia, aunque al igual que en la primera ocasión, este tercer reinado fue bastante breve.

En efecto, fue asesinado a los tres días, en una emboscada emprendida contra él y su guardia personal. Como por aquel entonces ya se había granjeado muchos enemigos, le cortaron la cabeza, la cual fue llevada a Constantinopla como trofeo.

Vlad Draculea el Empalador era un asesino de masas, cruel y sanguinario. Aunque su método favorito de hacer justicia era el empalamiento (técnica que consistía en atravesar a la víctima viva con una estaca, que era introducida por el recto, levantada y clavada en el suelo para que la víctima agonizara lentamente), también hacía uso de otros métodos tales como la amputación de orejas, nariz y otros miembros, el estrangulamiento, la extracción de ojos con ganchos, la hoguera, el desuelle, la castración, la parrilla, la destrucción lenta de los pechos (sobre todo en el caso de las mujeres) y de los genitales y la exposición del condenado a las fieras salvajes o a los elementos.

Vlad Tepes comenzó sus andanzas en el mundo de la política asegurándose su puesto como rey de Valaquia, una vez lo recuperó en 1456. Para ello, el primer paso consistió en la eliminación física de sus posibles opositores, los boyardos, la nobleza local valaca. Estos, además, habían cometido la osadía de asesinar a su padre y a su hermano mayor. Así que mató dos pájaros de un tiro: se vengó y eliminó a sus posibles opositores internos.

Se sabe que en 1459 Vlad Tepes invitó a los boyardos a una cena de Pascua, pidiéndoles que asistieran ataviados con sus mejores trajes. Una vez terminó la cena, los más ancianos fueron empalados, mientras que los más jóvenes fueron llevados a pie a un castillo en ruinas, donde se les obligó a construir un castillo para Vlad.

Muchos murieron por el camino y otros durante la construcción de la fortaleza.

Pero Vlad el Empalador no solo se limitó a empalar a sus enemigos, también lo hizo contra aquellos que se atrevían a apoyar a sus enemigos. En este caso se trataba de poblaciones enteras. De este modo, en 1459, el día de San Bartolomé, empaló a 30.000 sajones, hombres, mujeres y niños. Eran de la ciudad de Brasov y su crimen fue apoyar a Dan II, uno de los pretendientes al trono valaco. Al año siguiente, en 1460, hizo lo mismo en las ciudades de Făgăraș y Amlaș.

Vlad Tepes tenía una visión artística de los empalamientos, con los cuales disfrutaba. Con los empalados hacía formaciones geométricas y también creaba auténticos bosques, sustituyendo los bosques de árboles.

De hecho, se cuenta que Mehmed II, el Sultán de Turquía, se retiró enfermo en una ocasión en que se dirigió con su ejército a conquistar Valaquia. Este se acercó a uno de los bosques de empalados de Vlad y la visión de 23.000 cadáveres en descomposición fue suficiente para que los turcos se retirasen.

Vlad Tepes no solo asesinaba cruelmente a sus enemigos y sus opositores, fueran de la edad que fueran, sino también contra aquellos que osaban incumplir la ley. Y no solo a estos, sino también a los mendigos, los enfermos y los tullidos, a los que no soportaba, las mujeres adúlteras y los gitanos.

Con el grupo de los ladrones, los asaltadores, los enfermos, los mendigos, los leprosos y los tullidos se sabe que en una ocasión los invitó a una comilona, encerrándolos en la estancia en la que se habían saciado y prendiéndole fuego.

Eliminó a 3.600 personas.

Por lo que respecta a los gitanos, en una ocasión a los 300 de una comarca los obligó a elegir entre asar a sus patriarcas para alimentarlos a todos o luchar en el ejército contra los turcos. Eligieron la segunda de las opciones.

Los comerciantes que tenían la osadía de pasar por Valaquia sin pararse a comerciar con los valacos corrían una suerte similar. Este fue el caso de 600 comerciantes alemanes que pasaron por allí, camino de Hungría, y no se pararon. Todos fueron brutalmente asesinados.

En otra ocasión dos emisarios turcos se atrevieron a no quitarse sus turbantes ante él. Cuando Vlad les preguntó que por qué no se los quitaban, estos respondieron que tal cosa solo la hacían ante el Sultán, así que Vlad decidió clavarles los turbantes al cráneo con un cuchillo.

Pero entre sus muchos crímenes, uno en los que hizo gala de gran sadismo fue el asesinato del vaivoda Dam (un vaivoda era un gobernador de una provincia. El príncipe de Valaquia tenía el título de vaivoda, así que Vlad Tepes era también vaivoda). Este se disputó con Vlad el trono de Valaquia, pero fue derrotado. En 1460 fue capturado, obligado a cavar su tumba y a asistir a su propio funeral, tras lo cual fue ejecutado.

A Vlad Draculea se le conoce como el Empalador por una simple razón: era aficionado a empalar a sus enemigos, así como a utilizar este método de castigo contra aquellos de sus súbditos que incumplían su ley y otros colectivos a los que no soportaba. A pesar de esto, en Rumanía es considerado por muchos como un héroe nacional, hasta tal punto que muchos ciudadanos de este país piensan que solo un Vlad Tepes podría ayudar a prosperar a la nación.

Sea como fuere, tanto los detractores como los admiradores coinciden en la extrema crueldad de Vlad Draculea el Empalador. La mayoría de los hechos anteriormente relatados (y otros que hemos omitido para no ser prolijos) son asumidos por unos y otros. Los primeros los critican y los segundos los justifican.

El modo en que esta crueldad sanguinaria es justificada consiste en aducir que el siglo XV era básicamente violento y cruel, sobre todo a nivel político. Por otra parte, también se recurre al hecho de que Valaquia tenía constantes amenazas extranjeras: por un lado, los húngaros y, por otro, el Imperio Otomano. Y esto sin contar las amenazas internas que podían arrebatarle a Vlad el poder, como es el caso de los boyardos.

Sin embargo, hay que decir que, en primer lugar, los niveles de crueldad y violencia de Vlad Tepes eran extremos. Sencillamente eliminaba, con el máximo sufrimiento posible, a todo ser viviente que le resultase molesto en cualquier sentido, sin importarle que se tratara de niños y eliminando colectivos y poblaciones enteras.

En segundo lugar, hay evidencia de que Vlad Tepes era un psicópata peligroso. En efecto, Fue criado por un padre cruel y sanguinario que maltrataba a sus hijos. Además, se sabe que durante su infancia el pequeño Vlad disfrutaba aterrorizando a sus hermanos mediante la tortura, el desuelle y el empalamiento de gatos vivos.

Cuando fue entregado a los turcos, sufrió abusos sexuales por parte de los guardias que se dedicaban a su vigilancia, habiendo sido sodomizado, algo que, con toda seguridad no contribuyó positivamente en la personalidad del joven Vlad.

Hay que decir que detractores y admiradores coinciden en que Vlad Draculea el Empalador celebraba banquetes en sus bosques de empalados, mientras que estos todavía estaban vivos. Es decir, disfrutaba con su crueldad, con la sangre y con el sufrimiento. Asimismo, su sadismo es evidente en cualquiera de sus actos de crueldad. Todo esto sin contar su racismo, que le costó la vida a los gitanos de la zona y su odio a los pobres, los tullidos, los leprosos y los pequeños delincuentes, a los cuales empalaba y quemaba vivos sin remordimiento alguno.