Todos recordamos el incidente del año pasado en Bangladesh donde el derrumbe de un edificio de cinco plantas acabó con la vida de mil trabajadores y dejó a más de dos mil heridos de gravedad. Y en noviembre del año anterior otro incidente dejó más de cien muertos tras incendiarse la fábrica donde trabajaban. Estos incidentes destaparon algo que por muchos era sabido, que las mayores marcas de ropa se aprovechan de los países menos favorecidos para fabricar su ropa a precios ridículos y así aumentar su margen de beneficio y su competitividad. Desde entonces cada vez son más los que denuncian las condiciones de trabajo y seguridad en países donde los más afortunados apenas cobran cien euros al mes por dieciocho horas de trabajo diario.

Ahora la polémica vuelve a saltar al estrado por una camiseta de tintes políticos que defiende los derechos de las mujeres a la vez que se fabrica en un taller de trabajo esclavo. El slogan de la camiseta dice "This Is What A Feminist Looks Like" y es parte de la campaña creada por el grupo activista inglés The Fawcett Society para luchar por la igualdad de trato y salario entre hombres y mujeres. Sin embargo las mujeres que lo fabrican apenas si cobran la cuarta parte del salario mínimo además de que son obligadas a trabajar de sol a sol sin poder ver a sus familias y durmiendo en un cuartucho de apenas 6m² que comparten entre dieciséis chicas.

"Las trabajadoras de esta fábrica son tratadas de manera abominable" denuncia una de las trabajadoras "¿Cómo puede ser esta camiseta un símbolo del feminismo cuando nosotras no nos sentimos como feministas?

Nosotras no nos sentimos iguales, nosotras sólo nos sentimos atrapadas". Las camisetas cuestan nueve dólares fabricarlas pero en las tiendas se venden a cuarenta y cinco y tienen el apoyo de la revista Elle que hace poco lanzó una campaña protagonizada por varios famosos vistiendo la susodicha camiseta entre ellos Benedict Cumberbatch y Tom Hiddleston.

Otras figuras importantes que han apoyado esta camiseta son Harriet Harman, abogada británica y vice presidenta del Partido Laborista y la esposa del príncipe Guillermo, Catalina de Cambridge.

Por supuesto todos han negado tener conocimiento alguno de las pésimas condiciones en las que se fabricaba la camiseta. Es más, Eva Neitzert jefa ejecutiva del grupo activista ha lanzado un comunicado en el que dice que ellos contactaron con la revista Elle y con la cadena de ropa Whistles y que esta les aseguró que la camiseta sería fabricada de manera ética en Reino Unido.

Cuando vieron que las camisetas estaban hechas en la República de Mauricio (parte de las islas Mascareñas, al sudeste del Océano Índico) exigieron conocer las condiciones laborales de dicho país y una vez más fueron informados que no tenían nada de qué preocuparse. En el mismo comunicado también aseguraban que exigirán que se retire el producto de las tiendas de manera inmediata y que los beneficios se donen al comercio justo.