La brusquedad y la agresión en sus maneras: Hay líderes que tienen unos modos de comportamiento y de palabras demasiado desagradables y bruscos. Si uno los ve dan la sensación que siempre se encuentran de malhumor y enfadados. Frecuentemente son muy agresivos con sus empleados e incluso llegan a serlo también con sus colaboradores. Quien tenga todos estos hábitos en su trabajo no conoce el concepto de liderazgo y nunca podrá ser un buen líder.

No hacerse cargo de los problemas personales de sus empleados: Es bastante triste, pero hay jefes que lo único que les importa es que sus subordinados trabajen y cumplan todo a rajatabla y punto.

No los interesa la vida personal de cada uno de ellos, y los posibles problemas que pudieran tener, piensan que eso es problema de ellos y que no les incumbe. Ésta actitud se encuentra muy lejos de una verdadera actitud humana. Tratan a sus empleados como si fuesen seres animados o máquinas pero claro que se trata de personas, que como todos tiene problemas personales o de su entorno familiar, y los sufre, y debe convivir temporalmente con ellos en su trabajo. Todos estos posibles problemas deben tenerse en cuenta a la hora de la exigencia, de una reunión en la empresa o de un trabajo. El liderazgo sensato y humano, no tiene que ser necesariamente un médico ni un consejero sentimental, pero sí debe considerar los problemas que su empleado puede llegar a tener.

La falsedad y la deslealtad: Los comportamientos de falsedad y poca lealtad del líder frente a sus empleados tienen una ventaja, y es que se perciben rápidamente. Estas malas actuaciones llevan consigo una etiqueta, que todo el mundo puede ver y se percata fácilmente de ellas. Por demás esta decir que matan completamente la posibilidad del liderazgo en una persona.

Ser demasiado blando de carácter: Ser por demás blando de carácter, de temple y pusilánime no ayuda para nada al liderazgo. No sirve en absoluto para dirigir, dar órdenes o mandar, mucho menos para tomar decisiones importantes. Con estas cualidades nunca podrá dominar ni las circunstancias ni al personal. En verdad no vale la pena ser un jefe o líder si se actúa de ésta manera.

No ir para adelante en los momentos que haga falta: Es imprescindible que un jefe vaya siempre por delante de sus empleados. Debe saber marcar el paso y el rumbo de su grupo. Debe saber tomar todas las decisiones que sean necesarias y llevar a su personal a mantenerlo. Hay muchos líderes que lo único que hacen en momentos trascendentes o importantes es esconderse, no se animan a tomar decisiones y dejan que otros lo hagan. Esperan que las cosas se resuelvan solas, sin su esfuerzo. Todas estas cualidades son extremadamente erróneas en un liderazgo.