Donald Trump ha aparecido, por primera vez, en un acto oficial llevando una mascarilla de protección de color azul oscuro y con el sello dorado de la Presidencia puesto en un lado, en un momento clave en el que los contagios siguen aumentando sin control en el sur y oeste del país.

En una visita programada este sábado al hospital militar Walter Reed, a las afueras de Washington, el presidente estadounidense se ha dejado ver llevando esta protección en su reunión con los soldados heridos y sanitarios que atienden a los pacientes del Covid-19.

En las imágenes ofrecidas por el canal CNN, se puede ver al presidente en el interior del hospital rodeado de militares encabezando la comitiva y sin realizar declaraciones a los medios congregados.

El presidente estadounidense había confirmado, a finales de esta semana, que llevaría la mascarilla de protección y así lo hizo saber a la prensa, antes de coger el avión presidencial rumbo al hospital militar. Trump dijo que por estar en un entorno sanitario con soldados y personas que acaban de salir del quirófano era "genial usarla".

La reticencia del presidente estadounidense a usar mascarilla

Donald Trump había mostrado su rechazo a utilizar la mascarilla en actos oficiales y ruedas de prensa, ya que según informó a sus asesores en marzo podía "dar una imagen de debilidad", tal como informaron medios locales, además de ofrecer una visión en la que el presidente podría parecer más preocupado por el problema de salud pública, que por la recuperación económica.

Anteriormente, durante una visita el pasado mes de mayo a una fábrica de Ford, el presidente norteamericano se había negado a comparecer ante la prensa con mascarilla, aunque su uso era obligatorio por protocolo. Sin embargo, durante la visita privada trascendió una fotografía, en la que se veía al presidente llevando la protección.

Uso obligatorio de las mascarillas

Actualmente es obligatorio el uso de mascarillas en 20 de los 50 estados, siendo Louisiana el último en reglamentar esta medida el sábado. Esta norma ha generando polémica entre los estadounidenses más progresistas, que quieren que sea obligatoria en todo el país y los más conservadores que se oponen, ya que consideran que el Coronavirus es "una farsa", tal como dijo el presidente estadounidense al comienzo de la pandemia.

Actualmente, en Estados Unidos hay 3,2 millones de personas contagiadas y 134.000 muertes, según la Universidad Johns Hopkins. La situación es especialmente complicada en estados como Texas y Florida, donde han dado marcha atrás en las medidas de reapertura de los negocios, tras el aumento de positivos.