Ex empleadas del presidente de los Estados Unidos Donald Trump lo acusan de xenófobo y dicen estar sorprendidas con el cambio del magnate en el trato hacia los inmigrantes. Dicen que se ha vuelto loco y aseguran que no tienen miedo a seguir denunciando las humillaciones, de las que según ellas, han sido víctimas.
De la amabilidad a la xenofobia del presidente
Este es el cambio radical de actitud hacia los inmigrantes que describen Victoria Morales y Sandra Díaz; dos limpiadoras indocumentadas que trabajaron para el club de golf de Donald Trump y que han visto como el presidente pasó de tratar bien a los inmigrantes indocumentados a hablar de poner un muro en su frontera.
Para Morales este giro hacia la xenofobia contrasta con la realidad que ha vivido siempre el presidente, ya que para ella, Trump critica una situación de la que él mismo se ha beneficiado.
Aseguran que Trump está loco
"Yo me sentía bien, ya que el trato de éste hombre era muy bueno", asegura Victoria Morales. "Pero mi reacción cuando lo ví expresándose así de nosotros fue que no lo podía creer, pensaba que se había vuelto loco ¿porque nos trata así?".
Esos comentarios xenófobos no tienen nada que ver con el Donald Trump que conocieron las trabajadoras, quienes recibieron grandes propinas e incluso en una ocasión ayuda por parte del presidente con las labores de limpieza.
Sandra Díaz, la otra ex empleada indocumentada del magnate, asegura que en otra ocasión mientras se encontraba limpiando su casa, él dejó una gran propina encima de la cama.
Los comentarios xenófobos por parte de Trump, sumado a las humillaciones, abusos y empujones e insultos de su supervisora son lo que motivan a Morales, una mujer guatemalteca de 45 años de edad, a dar la cara por todos aquellos inmigrantes que sufren lo mismo día tras día.
La historia de Morales y Díaz llegó al público gracias al New York Time el pasado 6 de diciembre, que reveló las agresiones que llegaron a soportar durante su época en el club de golf de Bedminster.
Morales asegura que está harta del abuso, insultos y de la forma de la que habla de los inmigrantes, cuando sabe perfectamente que son los que le ayudan a hacer dinero. Se esfuerzan por satisfacer sus necesidades y ellos a cambio sufren humillaciones mientras los compara con delincuentes.
Ambas ex empleadas recuerdan dos episodios bastante incómodos donde el magnate pidió que le acompañaran para que vieran como él pasaba los dedos por cada superficie que ellas había limpiado para comprobar que no hubiera polvo.