En julio de 2017 el primer ministro de Irak, Haider al-Abadi, anunciaba la victoria sobre la invasión del autoproclamado Estado Islámico en Mosul, tras una batalla que duró 9 meses. Esta “liberación” es crucial en la lucha contra la organización terrorista, pues fue tras la toma de Mosul en junio de 2014 cuando el grupo se proclamó como único Califato, al tiempo que pasaba de ser una organización terrorista local a irrumpir en un escenario global con su mensaje yihadista. Esta pérdida es un duro golpe para el EI, sin embargo, es poco probable que disminuya su influencia, pues como explicaba el experto en terrorismo, Paul Rogers, en la BBC: “Hay cada vez más evidencia de que el EI se está transformando en una insurgencia de largo plazo en Irak y Siria, y también se está desarrollando como un movimiento de alcance mundial”.

El plan del Estado Islámico

En octubre del mismo año el EI fue expulsado de Raqqa, ciudad siria que constituía su principal bastión y la capital de su autoproclamado Califato. La organización vio así drásticamente reducida su extensión territorial, que pasó de alcanzar el tamaño de Portugal, a consistir en un puñado de enclaves militares. No obstante, el grupo yihadista está lejos de ser derrotado, tal y como afirma Aaron Y. Zelin en el New York Times: “El EI tiene un plan: aguantar a que se desgasten sus enemigos en lo local y así ganar tiempo para reconstruir sus redes, al tiempo que proporciona inspiración a sus seguidores externos con el fin de seguir combatiendo a sus enemigos que se encuentran lejos”.

Tres posibles vías de actuación

Tras la liberación de Mosul y la recuperación de Raqqa, Rogers preveía tres posibilidades que, desafortunadamente, se están cumpliendo. En primer lugar, el experto avisó de que el EI volvería a sus raíces de guerrilla, tanto en Irak como en Siria, continuando en los conflictos, pero sin estar aferrado a un territorio.

En segundo lugar, en EI seguirá propagando su mensaje alrededor del mundo, algo que comienza a cosechar triunfos en el sudeste asiático, concretamente en Filipinas. En tercer lugar, el EI proseguirá con su objetivo de llevar el conflicto hacia la tierra infiel en Occidente, ámbito en el que ha demostrado ser la organización yihadista más exitosa.

Por tanto, si alguien pensaba que con el colapso del Califato había terminado la amenaza terrorista del EI, ha quedado probado que simplemente se ha iniciado una nueva fase del conflicto yihadista, cuyos visos de actuación están muy lejos de cesar.