En una tierra de patriotismo exacerbado, donde incluso el nombre del país apela a la libertad de ser el único estado del sudeste asiático que nunca ha sido conquistado por una potencia europea, el rescate de película a la cueva de Tham Luang supuso un cambio.
Lo destacó el jefe del dispositivo de salvamento y exgobernador provincial, Narongsak Osottanakorn, que fue la cara visible de la operación, cuando dijo que el épico rescate "ha roto todas las barreras de lengua y religión" y que "el más importante ha sido la unión”. Y, para que se recuerde, anunció también que la cueva de Tham Luang se convertirá en un museo de la hazaña.
Viendo que la cueva de Tham Luang convertirá en un lugar turístico después de este episodio, las autoridades quieren convertir el espacio en un lugar para recordar la heroicidad de los rescatistas y mostrar que lejos que se puede llegar cuando se trabaja en equipo, con unión.
El museo, explicó Narongsak, mostrará los nombres de los "héroes" que participaron en el rescate y deberá ser "un lugar de aprendizaje para niños y buceadores de todo el mundo".
Los chicos no serán aclamados como héroes
Narongsak quiso recordar lo que ya se estaba diciendo en los últimos días. "No vemos los chicos como héroes ni tampoco como malvados; esto ha sido un accidente que no se podía prever”. Así cerraba, de nuevo, la polémica que ha acompañado el entrenador de los Jabalíes, Ekkapol Chantawong, más conocido como Aek, por haber llevado a los niños de excursión a la cueva ese día después de un entrenamiento.
El único adulto en la cueva, finalmente Aek ha terminado como uno de los héroes del rescate. El entrenador fue quien enseñó a los jóvenes futbolistas a meditar y mantener la paciencia. También dijo que no a su parte de la comida para ayudar a los niños y salió el último de todos. Si bien en el extranjero mucha gente todavía lo tacha de irresponsable, en Tailandia -cada vez más- se habla de él como el salvador del grupo.
Los niños y el entrenador esperan el alta
Mientras tanto, ayer la fiesta se trasladó al hospital de Chiang Rai, donde los niños y el monitor esperan que les den el alta. Los padres de los cuatro primeros niños que salieron ya pudieron ver a sus hijos, aunque tuvieron que llevar máscaras quirúrgicas. La situación médica de todos ellos es buena, según dicen los médicos.
Las carreteras, mientras tanto, se llenan los coches de los voluntarios que vuelven a la rutina con la satisfacción del rescate. Y en el aeropuerto de Chiang Rai los despiden con carteles de "Thanks, our heroes". La conclusión de un rescate épico.