A escasos días del caso del Aquarius, Matteo Salvini, ministro del Interior de Italia, le negó la entrada a un nuevo barco, esta vez de la ONG alemana Lifeline que portaba bandera holandesa, y llevaba a bordo 224 inmigrantes que fueron rescatados frente a Libia.
El problema no es nuevo
La pobreza extrema en varias zonas del África del Oeste, junto a la inestabilidad en diferentes países de la región a consecuencia de la acción de organizaciones criminales transnacionales, tales como Al-Qaeda, Movimiento para la Unicidad, la Yihad, Al-Sharia, Boko Haram o las Brigadas Al-Mulathameen, ha propiciado el éxodo de personas hacia Europa.
La mayoría de los que migran provienen de Libia, y según los datos del Ministerio del Interior italiano en el 2016, llegaron un poco más de 181.000 migrantes a ese país a través del Mediterráneo.
Sin embargo, ha disminuido considerablemente ya que, aproximadamente un 80%; y según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en el 2018, apenas han llegado alrededor de 41.000 personas a Europa a través del Mediterráneo, y particularmente a las costas de Italia unos 13.808 migrantes. También se han contabilizado unos 500 muertos. Esta disminución se debe a los acuerdos con Libia, para cerrar las salidas, planteados en febrero del año pasado, sin embargo, esto ha hecho que aumenten las migraciones marítimas.
Tras el Aquarius, ONG lifeline
El 9 de junio el barco Aquarius de la ONG francesa Médicos Sin Fronteras rescató 629 inmigrantes frente a Libia, Esta situación generó polémicas, ya que el Matteo Salvini, nuevo viceprimer ministro y ministro del Interior de Italia, les prohibió desembarcar en su país y les dijo a las otras ONG que participan en el rescate de inmigrantes del Mediterraneo, que no podrían anclar en los puertos de Italia.
Posteriormente, el 16 de junio Salvini envió una carta a la embajada de los Países Bajos en Roma, solicitando información sobre la actividad y origen del barco de Lifeline, carta que aún no tiene respuesta.
El ministro explicó en un vídeo grabado en la sede del ministerio, que Italia no podía asumir los gastos “económicos y sociales de una inmigración fuera de control.
Así mismo, ha declarado en las redes sociales, que no están respetando las ordenes de la Guardia Costera italiana. Refiriéndose a los inmigrantes como “carne humana”, asegurando que lo que busca es “acabar con la mafia de la inmigración clandestina”, y que considera que las ONG en lugar de ayudar , están colaborando con el tráfico de personas