Desde hace años, Hungría, como Polonia, ha ido retrocediendo en Democracia y en derechos humanos a pasos agigantados, emulando a la Rusia de Vladimir Putin. Cuando la huida en masa de refugiados sirios, escapando de la guerra que lleva ya varios años arrasando su país, llegaban a Europa, había países que facilitaban más su acceso, por razones humanitarias, pero otros, en una obsesiva decisión de no dejarlos entrar con toda clase de pretextos (terroristas, yihadistas ocultos, delincuentes, etc.), trataban de convencer no sólo a sus conciudadanos, sino a los gobernantes del resto de la Unión Europea.

Hungría, que es gobernada desde hace años por el ultraconservador Viktor Urban, que acaba de ser reelegido como Primer Ministro por una mayoría aplastante, ha aprobado en el Parlamento (ciento sesenta votos contra ocho) una Ley que el mandatario llevaba tiempo deseando aplicar: que quienes ayuden, en territorio húngaro, a inmigrantes considerados ilegales por el Gobierno, como las ONG, serán sancionados hasta con la cárcel durante un año. Aunque dicha Ley sólo haría excepciones si la vida del inmigrante ilegal corriera peligro grave por su salud y su vida.

'Stop Soros' como se la conoce

Ilegales, según esta nueva Ley húngara, serán quienes sean naturales de países no pertenecientes al Espacio Schengen, es decir, los de fuera de la UE, y hubieran entrado “ilegalmente” en la UE, además de prohibirles acercarse a menos de ocho kilómetros de dicho Espacio.

Ya tiene un nombre popular: Stop Soros”, en referencia al millonario estadounidense de origen húngaro, George Soros, enemigo irreconciliable del Primer Ministro Orban y viejo adversario político, al cual el primero acusa de “orquestar una inmigración en masa” sobre la UE, algo que Soros desmiente.

Soros es de origen judío, cuya raza también sufre ataques y menosprecios por parte de la ultraderecha húngara, que niega el Holocausto, del cual el millonario es un superviviente.

Orban se define como defensor de Occidente

Orban se denomina a sí mismo la “punta de lanza de la defensa de Occidente”, ante lo que él llama invasión musulmana de Europa, y su obsesión por imponer, no sólo en su país, sino en el continente, una vuelta a la familia cristiana de antaño, acusando a Soros de odiar la tradición cristiana de Europa” al querer construir una Europa multicultural”.

Una obsesión que comparte con el Gobierno de Polonia, que intenta, con Leyes abusivas y modificación a su medida de la Constitución, imponer también una sociedad ultraconservadora.

También quiere Orban, para que la Ley pueda aplicarse mejor, modificar la Constitución húngara, para que si la UE impone cuotas de inmigrantes al país, como cuando los refugiados sirios, ello sea automáticamente inconstitucional.

George Soros tiene varias fundaciones en Hungría, Open Society, pero que, por la cada vez más opresiva actuación del Gobierno contra ellas, en mayo ya pensaban abandonar el país. Y lo hicieron, yéndose a Berlín. Las ONG ya avisaban entonces de que esto acabaría así, como hoy, con la aprobación de la Ley, que no va a dejarlas actuar como quisieran.