En las últimas horas, la tensión en el famoso Paralelo 38, que divide a las dos Coreas desde el año 1953 y es considerada la zona más militarizada del mundo, parece haber disminuido. El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, es mundialmente conocido no solo por lo hermético de su régimen, si no también por su obsesión por las armas nucleares. Sin embargo, en los últimos días lanzó un inesperado llamado a la convivencia de ambas Coreas, solicitando entablar conversaciones "donde sea y cómo sea". Seúl, por su parte, no solo ha aceptado su propuesta, sino que ha propuesto que la semana que viene tenga lugar una cumbre entre ambos países, para entablar conversaciones de alto nivel.

Corea del Sur propuso que el próximo 9 de enero se reúnan con miembros del gobierno norcoreano, luego del discurso que Kim Jong-un pronunció con motivo del año nuevo. En el mismo, el presidente afirmó contar con "un botón nuclear capaz de destruir a los Estados Unidos de América". Sin embargo, también tuvo un gesto de apertura hacia el mundo, al anunciar que Corea del Norte podría ser parte de las naciones que participen de la próxima edición de los Juegos de Invierno, juegos que se desarrollarán en la vecina Corea del Sur, el febrero próximo. Así, afirmó que los juegos podrían constituir una oportunidad de acercamiento entre representantes de ambas naciones.

Alegría surcoreana

Por su parte, Moon Jae-in, presidente surcoreano y conocido por ser partidario del diálogo como la mejor manera de resolver las diferencias, recibió con suma alegría y satisfacción las declaraciones desde Pyonyang, a las que ve como una excelente oportunidad de retomar las relaciones diplomáticas, luego de un silencia de casi dos años.

"suplico que se tomen medidas inmediatas para retomar el diálogo entre las dos Coreas, así como incluir a la delegación de Corea del Norte en los juegos" dijo a sus ministros. Moon Jae-in ya había propuesto a Pyonyang dialogar en ocasiones anteriores, pero los pedidos habían caído en oídos sordos. Ahora, ambas partes desean entablar conversaciones "donde sea y cuando sea".

En caso de tener lugar, la cumbre se daría en un momento de máxima tensión, luego de múltiples ensayos con misiles por parte del régimen comunista norcoreano, y de la postura belicista por parte de Presidente estadounidense, Donald Trump. En el mencionado discurso, Kim Jong-un llamó a Seúl a "la paz, y a dejar las medidas de Estados Unidos, que amenazan la estabilidad en la región".

Trump, por su parte, declaró que "las medidas económicas finalmente están haciendo razonar a Pyonyang, y sus soldados huyen hacia Corea del Sur. Estas conversaciones pueden tener un efecto infinitamente positivo".

China, el principal (y prácticamente único) aliado de Norcorea, también apoyó el diálogo, diciendo que "ambos países deben retomar el diálogo y dejar de lado la nuclearización".