Tal como ocurrió con Charlie Charlie, aquel desafío con connotaciones satánicas que sacudió la Internet en el 2015, un nuevo fenómeno viral ha despertado las alarmas de gobiernos, familias y autoridades por su alto potencial de atracción y peligrosidad, tomando inspiración de uno de los animales más majestuosos y enormes del mundo: La ballena azul.
Para atacar este flagelo, es necesario entender la naturaleza del juego y como logra captar la atención de incautos internautas. La academia de adiestramiento en inbound márketing “40 de Fiebre” define el contenido virtual como aquel que es difundido por la internet y las redes sociales, cuyo éxito en difusión corresponde a la influencia que tiene a las emociones.
Todo indica que la ballena azul apela a prestar emociones fuertes a personas psicológicamente vulnerables o adolescentes con dificultades para socializar.
Este enfermizo “juego de rol” de la vida real reta a jóvenes a asumir tareas que ponen a prueba su resistencia física y mental como privación del sueño, automutilaciones y exposición a accidentes, todos con un mismo fin: el suicidio, la muerte termina siendo el premio mayor por ser parte de unos grupos virtuales que tiene que demostrar y sumar pruebas de sus siniestros desafíos. El juego surgió en Rusia y el impacto de los suicidios se hizo evidente recientemente, conmocionando allí especialmente por la grabación de una chica que grabó su muerte a través de su Smartphone.
Sin embargo, la ballena azul ha encontrado un océano de víctimas entre los países de habla castellana, logrando reunir 15.000 miembros en un grupo de español por medio de diferentes redes sociales, llegándose a registrar víctimas en España, Brasil y Colombia.
¿Qué es lo que se ha hecho entonces para detener la red de muertes y heridos que deja el juego llamado como el famoso cetáceo?.
Para empezar, detener a su cabecilla. Philipp Budeikin ya no podrá presumir en libertad del monstruo que ha creado, tras haber sido arrestado en Rusia, quién no dudo en mostrar un retorcido orgullo por las muertes que causó, cuando confesó al sitio web Saint-Petesbourg la autoría y coordinación del peligroso desafío. Los gobiernos de América Latina y España, así como en el resto del mundo, están haciendo sus respectivos llamados a alertar a la población sobre el alcance que está teniendo la ballena azul sobre los niños y jóvenes, en un esfuerzo por protegerlos por la inducción digital al daño físico.
Rusia es el país que ha llegado más lejos en el ámbito judicial al punto de prohibir la sola mención del juego en las escuelas, acarreando sanciones penales a quienes incumplan con esta medida. España y Chile son algunas de las naciones que también están discutiendo aplicar órdenes de precaución similares. Sin embargo, una iniciativa en Brasil se ha activado para “combatir el fuego con fuego”. Bajo esta idea ha surgido la ballena rosa, el juego que espera esparcirse por la red invitando a sus participantes a asumir retos que lejos de motivar a los jugadores a causarse daño, den rienda suelta a actividades basadas en la amistad, la alegría y diferentes manifestaciones de bienestar como hablar con alguien con quien no se ha comunicado por largo tiempo o pasar un día sin decir groserías.
Sea como sea a la hora de enfrentar una amenaza digital de la envergadura del juego, siempre queda dejar en claro a los niños y adolescentes que la muerte es un desafío que no representa un premio que valga la pena ganar.