Sida, infecciones o incluso la muerte, son algunos de los problemas que está acarreando la nueva forma de consumo de estupefacientes que está arrasando entre las zonas urbanas deprimidas de Sudáfrica.

Por si no hubiese sido suficiente, hace unos años saltaba la noticia del nyaope, una nueva, potente y totalmente destructiva droga que consistía en mezclar heroína en polvo con otros productos como antidepresivos, arsénico o incluso detergente.

Corría el año 2008 cuando saltaba esta noticia y las autoridades sanitarias sudafricanas ponían el grito en el cielo. Era una forma de consumo que se había hecho muy popular en los barrios bajos, debido a su bajo coste y a su fuerte efectividad. El colocón estaba asegurado con una "calidad"/precio insuperable. El Gobierno pasó años intentando controlar algo aquella nueva "epidemia", difundiendo información acerca de lo peligrosa que resultaba esa técnica para la salud e incluso, los centros de desintoxicación sudafricanos incluyeron en sus programas esta variedad para intentar erradicarla.

Poco a poco el consumo de nyaope fue disminuyendo notablemente y, aunque todavía existen casos, son muchos menos de los que se daban hace nueve años.Todo parecía volver a estar en orden pero sería a principios de este año cuando un nuevo nombre hacía saltar todas las alarmas del país: el "Bloodtooth".

El nombre procede de la palabra bluetooth (tecnología para intercambiar contenidos entre dispositivos tecnológicos), cambiada para introducir la palabra "blood" (sangre). La principal característica de este nuevo método es que una sola dosis sirve para dos personas. La primera se inyecta la dosis y, pasados unos pocos minutos, la otra persona extrae la sangre de la primera y se la inyecta a él mismo. Funciona como si ambos hubiesen consumido cada uno una dosis.

Las consecuencias de su práctica son terribles y van desde el posible contagio del sida en los "mejores" casos hasta muerte por mezclar grupos sanguíneos incompatibles. Extendido por su bajo coste, el precio a pagar puede llegar a ser demasiado alto provocando la muerte.

A pesar de la actual conmoción diversas fuentes han afirmado que esta técnica, ahora extendida en las calles, ya se llevaba realizando en las cárceles sudafricanas durante años. La noticia ha llegado hasta el Parlamento donde las autoridades se están planteando la introducción en la policía de expertos en drogadicción que ayuden a erradicar esta técnica.