En una espectacular entrevista con Dr. Franciszek Piper, director de archivos del museo estatal de Auschwitz, afirma durante la grabación que las cámaras de gas que visitan miles de turistas cada año fueron construidas después de la guerra, por orden del mismísimo Stalin. El doctor Piper recalca que el informe Leuchter de 1988 es correcto y no hubo gaseamientos en los edificios designados como cámaras de gas en Auschwitz. Con esto queda confirmado que uno de los grandes hechos históricos del siglo XX es falso. Desde que termina la segunda guerra mundial hasta la actualidad, muchas de las políticas nacionales y extranjeras de los países occidentales están basadas en este supuesto hecho histórico.

Este desmentido hecho fue la excusa para los más de 100 millones de dólares que los Estados Unidos han donado a Israel en forma de ayudas exteriores. A esto habría que sumarle los billones que tuvo que pagar Alemania como reparaciones de guerra, además de la construcción del teléfono nacional de Israel, sistemas eléctricos y ferroviarios… en resumen, todos los dones del pueblo alemán. Si las cámaras de gas fueron construidas por los soviéticos, y en estas nadie fue gaseado según su raza, creencias u origen; estas reparaciones no solo no eran necesarias, sino que eran un absoluto fraude.

Las cifras oficiales de judíos gaseados lleva disminuyendo desde que se divulga la primera: 9 millones (en la época esto era prácticamente la totalidad de judíos en el mundo entero).

El New York Times publicó un artículo sobre las cifras de los campos de concentración, basado en los archivos capturados por los soviéticos que recientemente fueron desclasificados. Estos documentos afirman que el total de personas que murieron en el sistema de campos de concentración alemanes fueron 403.713. De toda esta cantidad 73.137 perecieron en Auschwitz, siendo 31.081 los judíos que perdieron la vida en Auschwitz.

Los campos de concentración eran campos de trabajo donde se obligaba a trabajar a los prisioneros y los que morían era por enfermedades, problemas de salud, accidentes o incluso por vejez. Nunca se han encontrado restos de judíos gaseados ya que se decía que eran incinerados, pero gasear, incinerar y enterrar 6 millones de personas era una empresa que ni siquiera la ingeniería alemana podría haber resuelto; y mucho menos al final de la guerra donde escaseaban los recursos y lo poco que hubiese tenía que utilizarse en el esfuerzo bélico.