La Gastronomía mexicana es reconocida en el mundo como una de las mejores, entre un sin número de platillos existe el tradicional Mole, en cada estado de México lo hacen de manera diferente, le ponen su toque especial.

Este es un guiso ancestral que forma parte de la mestizaje cultural que surgió con la Conquista. El término mole (del náhuatl molli o mulli) es preparado con una salsa de cuatro chiles, cacao de chocolate, amaranto y diversas especies nativas que ya consumían en tierras del Anáhuac.

En la cocina mexicana actual, el mole suele acompañar carnes cocidas o como base para platillos como las enchiladas o enmoladas, y es el platillo festivo por antonomasia: cuando se trata de festejar en grande, sólo un mole de guajolote o pollo está a la altura del acontecimiento.

Pero el mole tiene el inconveniente de producir daño gastrointestinal y acidez estomacal por ser muy irritante, por eso mi mamá, que es una maestra de cocina orgullosamente alvaradeña, le ha implementado algunos cambios que logran la maravilla de disfrutar tan rico manjar sin sufrir daño alguno en el organismo.

Lo hace como es tradicional en olla de barro. Sus secreto para que su mole no sea irritante consiste en usar aceite de cánola en lugar de manteca de cerdo, además de ponerle una buena dotación de jitomate y cebolla y suficientes plátanos machos, a las semillas que se le agregan al mole les añade nueces y una buena cantidad de anís, además de agregarle azúcar para evitar que sea picoso, además no pone especias.

Otro detalle importante es que cuece el pollo o el guajolete dentro de la pasta de mole logrando así un sabor mucho más agradable al paladar de los comensales. Yo he bautizado como "Mole al estilo Charito Santiago" pues es el nombre de mi madre, quien agasaja a sus invitados con esta delicia y todos quedan encantados de disfrutarlo sin que les haga daño.

Hace unos días tuve el privilegio de ayudarla a hacerlo para el 86 aniversario de mi padre y me siento muy honrada de haber aprendido a hacer tan delicioso y sano mole.