"Mi padre me cortó el pelo corto y cada vez que salíamos, la gente le decía “oh, tu hijo es muy mono”, y él nunca negaba que yo fuese un niño. Él solo les seguía el juego a los que pensaban que era un chico. Eso me dio una perspectiva diferente.” Así narraba Danxia en una entrevista concedida a la versión británica de Vogue, la que acabaría por convertirse en una escena cotidiana durante su infancia. Esta ex alumna de Central Saint Martins en Londres, vivió una niñez atrapada en la dualidad más impuesta: su anatomía era femenina e interiormente se sentía identificada con ella, pero era la propia sociedad tradicional de China quien le decía que su género no era el deseado, no era el que debía honrar a sus padres.

En aquellos años y como medida de control de la población, se impuso en el país asiático la política del hijo único por la que el gobierno concedía ciertos privilegios a aquellos matrimonios que se limitasen a ser padres por una sola vez. Liu fue una de las niñas nacidas durante los treinta y cinco años que se mantuvo dicha política, período especialmente duro para las mujeres agudizándose el trato discriminatorio hacia ellas en una cultura ya de por sí profundamente tradicional y cerrada.

En el caso de la diseñadora, el dedo acusatorio formaba parte de su propia familia: "Cuando nací mi abuela le dijo a mi padre que se divorciara de mi madre porque ella quería un nieto. Mi padre me quería mucho, también toda la familia. Pero ese incidente causó mucho drama en casa." Y ese fue el inicio de 12 años vistiendo la ropa que llevaría un chico, peinándose del modo en el que se peinaría un chico, practicando los deportes que practicaría un chico.

Era su padre quien le incitaba a tener un comportamiento típicamente masculino y quien le decía que llorar era un signo de debilidad. Todo por maquillar el fracaso que suponía para un hombre chino de aquella época, no traer al mundo un descendiente varón.

Años más tarde, Danxia Liu se trasladaría a Inglaterra para comenzar sus estudios de Bellas Artes en una de las academias más prestigiosas.

A pesar de que su objetivo inicial no era dedicarse a la moda, una serie de acontecimientos la llevaron a convertirse en la co-fundadora de DANSHAN, firma de ropa masculina en el que ha encontrado un lugar donde exponer y también denunciar todo aquello que ella experimentó habiendo sido educada, sobre todo emocionalmente, como un chico.

De esta forma, ha creado una colección con la que intenta explorar las complejidades de la masculinidad, para permitir que haya espacio para la emoción y la sensibilidad.

Los hombres deberían simplemente… ser humanos. Una total honestidad emocional es algo que se les debería permitir tener a los hombres.” Es la propia Liu la que con estas palabras pide la destrucción de prejuicios y códigos de comportamiento absurdos y desfasados, que sin embargo continúan vigentes en la sociedad actual y en especial en países como el suyo.