Son las 13:50 horas en el céntrico barrio de Malasaña, y, en plena jornada festiva de Semana Santa, unos jóvenes apostados en un bajo muro que guarda unas jardineras conversan e intercambian impresiones unos con otros, exhibiendo sus relucientes bicicletas orgullosos. Hasta aquí, podrían pasar completamente desapercibido en un parque abarrotado de gente si no fuera por las llamativas "cajas" que portan a sus espaldas con el nombre de la entidad a la que pertenecen, unos en amarillo, otros en azul verdoso.
Economía de los 'pequeños encargos'
Economía colaborativa o Gig economy (término anglosajón) se establece como una nueva alternativa laboral en la que existe una relación mercantil donde la entidad principal contrata empleados puntualmente para desempeñar una actividad donde son los propios empleados quienes tienen que aportar los medios necesarios para dicha actividad.
Parece ser el nuevo modelo a seguir, escogido cada vez por más startups, donde las inversiones en infraestructuras y los costes de personal ven un nuevo horizonte económico favorecido por el marco legislativo y fiscal de los países de la UE que, de momento, se encuentran estudiando medidas al no estar preparados a este nuevo envite de un sistema económico cada vez más agresivo y desfavorable al trabajador medio.
Si bien es cierto que empresas de la índole como Deliveroo, Glovo, Uber y Airbnb aportan un nuevo giro positivo a la realidad económica y de mercado que nos precede durante este último decenio, jugando el papel de canal de conexión entre oferta y demanda de diferentes sectores, impulsando pequeños y medianos establecimientos mediante marketing digital implícito, también lo es el que entre los bastidores de éstas nuevas firmas se mueve una ingente masa de mano de obra barata que mueve todo el engranaje de la buena imagen pública que quieren mostrar, pero que al mismo tiempo reclama un ojo de atención tanto mediática como legal sobre una realidad contractual, cuanto menos kafkiana.
El trabajo del futuro
Es más que conocida la situación laboral de trabajadores como M, lo cuáles han sido reconocidos por Inspección de trabajo ya en ciudades como Valencia como falsos autónomos. Éstos usuarios de la nueva economía digital ven constantemente amenazados sus "salarios" por la volatilidad de dichas actividades, viéndose obligados a aplicar una inhumana cantidad de 60 horas a la semana para asegurar unas 20 horas de productividad y un salario "digno" con el que poderse mantener.
Son 40 horas en vano que de ninguna forma son remuneradas, cuotas de autónomos completamente sangrantes y desproporcionadas debido a no estipularse en base a los ingresos, y un mantenimiento ya no sólo mecánico del "vehículo de trabajo", sino físico, que a la larga tanto a jóvenes como a Riders más experimentados pueden llegar a afectar.
Todo ello, sin mencionar el nivel de peligrosidad añadido del que la entidad no se hace responsable, obviamente, por su relación contractual de índole mercantil.
En la Economía de futuro sólo ciertas ideas innovadoras y tecnológicas reciben su "inyección" de financiación para convertirse en gigantes de la especulación y de la evasión fiscal. Allí abogan más por los intereses lucrativos de un segmento en constante crecimiento que nos venden "maquillado", creado y dirigido por y para jóvenes. Entidades con una política de inversión y costes en infraestructura mínimas, exprimiendo vacíos legales en forma de contratos de colaboración que nos venden como "Conviértete en tu propio jefe, trabaja dónde y cuándo quieras", eufemismo que toma una clara ventaja de la situación social-económica de un país.
Un estudio del Bureau of Labor Statistics junto con Intuit y Emergent Research en EE.UU estima un aumento del número de trabajadores en el sector de la Gig Economy en el doble durante los próximos 4 años.
Realizando una reflexión sobre este nuevo paradigma social y económico, deberíamos plantearnos si, tanto las políticas económicas como protecciones sociales que ostenta el trabajador del siglo XXI, se pueden extrapolar a los nuevos modelos contractuales de los autoproclamados trabajos del futuro.