El gobierno del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sigue remando contracorriente y en aguas bravas, en este caso es el propio Departamente del Tesoro Americano desde donde mandaron un ultimátum a China y Alemania en relcion al superávit comercial. Este pasado viernes ambos países tuvieron que soportar el fétido aliento de los Estados Unidos en sus narices, algo no muy agradable, y además tuvieron que sufrir las amenazas sobre su no manipulación de sus propias monedas, no para que saquen ventajas comerciales que les beneficien directamente, sino que deben de esforzarse para que sus superávits con los Estados Unidos sean reducidos lo antes posible.
Todo comenzó cuando el pasado miércoles Donald Trump decidió plantear un cambio de miras en su relación con China, acusando a Pekín de no manipular correctamente su moneda nacional: el yuan. China, como socia de Estados Unidos en asuntos comerciales, debe de reducir su superávit (¡faltaría más!). Aunque si retornamos un poco más atrás en el tiempo, Barack Obama ya tenía en su "lista negra" a Alemania y China en sus políticas comerciales para con sus socios.
Al menos hay un político sobre este ancho mundo que cumple con sus promesas electorales, sí, Donald Trump durante su campaña dijo que nada más lograr ser presidente de uno de los países más poderosos del mundo, denunciaría a China por obtener ciertos benefícios comerciales de manera indebida de los Estados Unidos.
¿Esto qué quiere decir? Pues que Trump acusa directamente al país asiático de robar el empleo de ciudadanos estadounidenses, algo que colateralmente influye directamente en agrandar el déficit comercial bilateral.
En cambio con Alemania: "Como cuarta potencia en materia económica del mundo, debe de dar su brazo a torcer y contribuir con el crecimiento de la demanda para equilibrar el flujo comercial", afirma el Departamento Americano.
El Departamente del Tesoro emitió un informe sobre la situación donde concluía que "ningún socio comercial de los Estados unidos está cumpliendo con los cometidos que tienen asignados, no cumplen con los criterios que están definiendo a la manipulación de las tasas de cambio".
¿Qué conlleva esto? Pues una guerra comercial abierta entre los dos países más poderosos del mundo, económicamente hablando.
Estas acusaciones generan graves sanciones económicas a Pekín, algo que el país nipón no tolerará. Alemania tampoco pretende entrar al trapo, a pesar de que Trump afirma que el euro se está debilitando por momentos y que Berlín aprovecha la situación para agrandar su radio de exportaciones.