Tienen más de 50 años y su futuro laboral y personal es una incógnita. Quizá no vuelvan a trabajar más o quizá sí, su futuro está íntimamente ligado a la precariedad laboral. Son transportistas, arquitectos, periodistas, albañiles, peones de fábrica… La gran mayoría han trabajado más de 25 años en la misma empresa. Llegó la crisis, la reforma laboral, los ERES o el despido improcedente. Muchos fueron despedidos con más de 50 años y la única perspectiva que tenía era de aguantar hasta los 61 y jubilarse, pues ahora les obligan a aguantar 2 años más viviendo del aire.
La crisis convirtió el sistema en recordarles que la precariedad no entiende de edades, ni de situaciones personales ni de la experiencia laboral acumulada.
Los mayores de 55 años junto con los jóvenes son el grupo más perjudicado por la crisis. Les angustia comprobar cómo los años de cotización más importante para su jubilación se les están pasando en una hoja en blanco condenándolos a la miseria.
Los datos del EPA del mes de julio daban unos supuestos datos de recuperación: el paro ha descendido en todas las franjas menos en la de mayores de 55 años, jóvenes de 16-19 años y en las personas que buscan su primer trabajo. Mal augurio.
Ante este panorama, hay quien ha decidido emigrar y ganar menos, también hay que resiste en España trabajando de lo que sea y viendo con temor la edad de jubilación: "Sé que no me quedará nada" afirman la gran mayoría.
Somos muchos a los que no educaron en relación al trabajo: aprende, trabaja duro y lógicamente te querrán, te será más fácil abrirte camino… cuánta ingenuidad por nuestra parte. Si a esta edad le sumamos la franja de los 35-45 años, adultos en edad activa formados que no le interesa a nadie ni siquiera tenemos ayudas para nada.
¿Qué será dentro de 20/25 años de los que ahora tienen 30 y tantos? Habrá una gran masa de población acostumbrada a vivir en precario toda su vida, trabajando de cualquier cosa sea cual sea su nivel de estudios, sin ahorros y, o bien sin posibilidad de tener hijos o con uno y a verlas venir. Con este mega panorama las pensiones habrán desaparecido o estarán reducidas al mínimo.
Su futuro y el de muchos de nosotros, están íntimamente ligado al éxito o fracaso de las nuevas alternativas políticas. Hay que re-calificar el trabajo como un bien social escaso y a repartir. Todos tenemos derecho a trabajar.