Ya lo avisamos: estos Warriors no eran los de 2016. Los de Steve Kerr aprendieron la lección y este año no se han dejado remontar. Han sido superiores a cualquiera en temporada regular, nadie ha tenido en la historia un mejor récord en playoffs y desde que son a siete partidos han roto todos los registros.
Este equipo ya es leyenda de la NBA. Récord tras récord han ido haciendo más grande su historia, una que para muchos les convierte en el mejor equipo de siempre.
Nadie ha ganado más en tan poco tiempo y con tanta contundencia. Los Cavs ceden el trono y lo hacen con orgullo, pelearon hasta el final pero enfrente han tenido un tornado de baloncesto que sin un partido perfecto no se es capaz de frenar.
Cleveland dominó el primer cuarto a base de intensidad y puntos en la pintura con un excelso LeBron y un batallador Tristan Thompson (15+8+3) que mantuvieron arriba a los Cavs durante muchos minutos. No le hizo falta a los de Tyronn Lue irse hasta los 24 triples para someter a los Warriors en el primer cuarto. Pero el segundo fue otra cosa y este precisamente acabaría decantando el título para Golden State.
Ahí los Warriors metieron un 38-23 a su rival que lideraron Stephen Curry (34+6+10) y sobre todo Kevin Durant (39+7+5) a un nivel estelar que ha promediado 35 puntos en esta serie, sus Finales.
No sirvió de nada la reacción tras el descanso de los Cavs ni la presencia de LeBron James, una vez más siendo el mejor con 41 puntos, 13 rebotes y 8 asistencias. Y de poco sirvieron los 7 triples de JR Smith en el partido y menos aún los malabares de Kyrie Irving, desconocido en el segundo tiempo lastrado por molestias en su espalda y rodillas. El banquillo apenas aportó 7 puntos y eso al final fue un lastre que pagaron muy caro los de Ohio.
Todo lo contrario a lo ocurrido con los nuevos campeones, cuyos suplentes añadieron 35 puntos 20 de ellos de un Andre Iguodala espectacular que volvió a recordar a aquel que fue MVP de las Finales de 2015.
Poco se ha hablado del papel de Stephen Curry en esta eliminatoria. El dos veces MVP ha estado a la sombra de su compañero Kevin Durant pero no a un nivel muy inferior. El base de Akron ha rendido más y mejor que en 2016 y sus números así lo avalan, salvo el Game 4. El Oracle Arena disfrutó con su clase magistral de penetraciones y visión de juego clave para las rachas anotadoras de un equipo tan ofensivo.
Green dejó atrás las tensiones del cuarto partido y lideró de nuevo la defensa de Golden State. Una faceta en la que ha sido determinante el paso adelante de Klay Thompson, muy enchufado en estas Finales en las que ido de menos a más.
La venganza cumplida
Los Warriors culminan así su venganza por lo ocurrido en 2016 y que comenzó con el fichaje de Kevin Durant el pasado verano.
Ahí empezaron a forjarse estos campeones que demostraron en temporada regular que su peligro era aún mayor y que solo un equipo en su máximo nivel podría superarles, una utopía si hablamos de siete partidos. Es el equipo remodelado del 73-9, del mejor trienio de cualquier franquicia en la NBA, de los Splash Brothers, de los récords, del 16-1 en postemporada, de la explosión anotadora; de los triples imposibles y la fortaleza defensiva.
Este equipo es historia viva y lo mejor es que quién sabe cuántos años pueden dominar la mejor liga del mundo, en la 2017-18 volverán a hacer disfrutar con su baloncesto alegre y explosivo. Algo está claro: Golden State recupera su trono con dos anillos en tres años. Y nosotros lo estamos viviendo.