Tenía que ser a la heroica. Las páginas de historia de los de Massachusetts están llenas de séptimos partidos. Antes de arrancar el choque en el TD Garden, los “orgullosos verdes” contaban con un balance de 21-8 en esos Game 7. Y no fallaron. De nuevo comandados por Isaiah Thomas (29+12), los de Brad Stevens se cuelan en la gran final de la Conferencia Este después de cinco años sin posibilidad de título.

Además lo hacen gracias al equipo, en general, y es que la anotación local estuvo muy repartida y todos aparecieron en el momento justo.

Los de Washington confiaron todas sus opciones a su dupla de estrellas. Bradley Beal (38+4+2) permitió a los visitantes mantenerse vivos al final, pero faltó algo más de un John Wall (18+7+11) que no fue suficiente con su aparición en la primera mitad. Después desapareció, el base estrella ya no hizo acto de presencia por el TD Garden justo cuando su equipo lo pedía a gritos. Tampoco el banquillo capitalino aportó, apenas cinco puntos, una cifra paupérrima en un partido de esta magnitud, donde “nacen las leyendas”, como ya dijera Isaiah Thomas al medio estadounidense ESPN tras el sexto encuentro.

Boston, trabajo hecho

El choque pasó por muchas fases. Pero los Celtics hicieron lo que exigía en cada momento. Corrieron cuando debían hacerlo, defendieron cuando así lo pedía, pero sobre todo estuvieron mucho más finos en una eliminatoria que pasará a la historia de los playoffs de la NBA. La victoria pone, además, punto y aparte a una rivalidad cocida en Regular Season y explotada en esta serie. Tras una primera mitad igualada, en la que incluso los de Scott Brooks acabaron por delante (53-55), el encuentro fue cayendo del lado verde a base de estirones, unos empujones en los que la efectividad desde el perímetro fue determinante (del 42% local al 34% de los capitalinos).

A pesar de todo, Bradley Beal mantuvo con opciones a su equipo, que a falta de 6 minutos estaba solo cuatro abajo.

Pero ahí apareció el banquillo de Boston. Ahí apareció Olynyk, capital en el último tramo para que su equipo pasara del 101-97 al 115-105 con el que acabó esta última serie de semifinales.

Este séptimo partido obligaba a poner el colectivo por encima del resto, y ahí los de Brad Stevens confirmaron su continua mejoría año a año. Tanta, que vuelven a una final de Conferencia Este tras el adiós de Paul Pierce y lo hacen con ventaja de campo sobre los actuales campeones. Cualquiera lo diría. Ya era hora.