Todo empezó bien para el Barça anoche. El primer gol llegó cuando la gente todavía ni se había sentado después de darle la bienvenida al equipo. Suárez abrió la lata y aumentó las ilusiones de los 99.354 espectadores que ayer vivieron una noche mágica en el Camp Nou.
El Barça avasallaba la portería de Trupp, mientras que el planteamiento del Paris Saint-Germain no fue el adecuado. Iniesta marcó el segundo gol con algo de fortuna. El escenario era soñado. Dos goles antes del descanso para cargar pilas en la segunda parte marcar otros dos y forzar la prórroga.
Un PSG que en el primer periodo no sabía ni por donde le llegaban los jugadores culés, comenzaba igual el segundo tiempo. El planteamiento que Emery sacó en Camp Nou no fue ni por asomo el que el conjunto parisino llevo a cabo en el Parque de los Príncipes. Emery tuvo miedo a presionar al Barça en su campo y uno de los condimentos necesarios para la remontada fue que el Barça jugó prácticamente el 100% del partido en campo francés.
Las cosas empeoraban para los visitantes, un penalti con mala suerte por resbalón de Meunier sobre Neymar, daba la opción a Messi para que con un disparo potente y colocado, hiciera el tercer gol catalán. Era el minuto 50 y el Barça estaba a un gol de empatar la eliminatoria.
Pero como toda hazaña histórica, no sería tan fácil.
El PSG se vino arriba a marcar un gol que mataría toda esperanza barcelonesa. Y así fue. Cavani primero aviso con un tiro al palo y despues marcaba el 3-1, dejando al Barça muy tocado. La afición empezó a tener dudas. Parecía que todo el trabajo y la suerte que el Barça había conseguido se desvanecían.
Daba la sensación de que el milagro quedaba lejos y el Barça caería eliminado. Empezaba otra remontada.
Al Barça se le acababa el tiempo, el partido trascurría pero nada llegaba. En el minuto 87, la gente ya se había empezado a ir del coliseo azulgrana y todo se paró. Neymar, el mejor jugador del partido lanzaba una falta espectacular a la escuadra de la portería del portero alemán Trupp.
Quedaban 2 minutos y el descuento. La gente que se había marchado corría por los alrededores para meterse otra vez al estadio. Y justo antes de que llegara el 90, un pase estratosférico de Messi, fue justo al punto de penalti. Marquinhos y Suarez luchaban por ese balón. El uruguayo le ganó claramente la posición al central parisino, este metió el brazo en el cuello a Luis y el árbitro pitó penalti. Otra vez Neymar, fue quien cogió el balón decidido y clavó el 5-1. Nadie podía creer lo que estaba pasando.
Todavía quedaba un gol para hacer historia. Último minuto del descuento, Verratti hace falta a Ter Stegen el centro del campo. Sí, a Ter Stegen, que un minuto antes había subido a rematar una falta a la inesperada.
La defensa parisina la despejaba. Ya se veían en cuartos. Pero el balón vuelve a caer en los pies del mejor jugador del partido. El jugador que más se identificaba con los aficionados que había en el campo. Ney amagó, descolocó a toda la defensa del PSG, la puso con la izquierda y sin que nadie se lo esperara, Sergi Roberto, un canterano, pasó como un obús por detrás de Piqué, metió el pie y marcó el sexto y definitivo para la locura catalana. Todos los jugadores se volvieron locos. Messi se iba a la grada con los aficionados. Loco de emoción. Loco por hacer historia una vez más.
El Barça estaba clasificado para cuartos, todo el Camp Nou vibraba, saltaba, lloraba, reía… Todo parecía un sueño. Soñamos y soñaremos siempre con este equipo.