La NBA produce historias a un ritmo espectacular. Prácticamente cada jornada se suceden los récords, momentos brillantes y anécdotas. Hay historias fugaces, y otras que se prolongan todo el año, al reclamar la atención diaria del aficionado.
Una de las historias de esta temporada es la de Joel Embiid,de los Philadelphia 76ers. El pívot camerunés está rebasando cualquier expectativa, en su momento elevadas, sobre su rendimiento.
Pero sobre todo está consiguiendo contagiar su energía positiva a un equipo que en los últimos años deambulaba por la parte baja de la clasificación y era objeto de constantes burlas por parte de aficionados y medios.
Los orígenes
Nacido en 1994 en Camerún, su relación con el Baloncesto empezó a fraguarse tarde. Jugaba al Fútbol o al voleibol, hasta que todo cambió en 2011. Luc Mbah a Moute, camerunés que jugaba en la NBA, organizó un campus en su país natal y quedó impresionado al ver jugar a Embiid. Desde aquel momento se convirtió en su padrino deportivo, y ayudó al joven Embiid a llegar hasta Estados Unidos, al instituto de Florida donde el propio Moute se había formado.
El siguiente paso fue la Universidad de Kansas, uno de los mejores programas deportivos universitarios del país. En los Jayhawks fue donde su nombre comenzó a hacerse conocido para los aficionados. Ni siquiera el hecho de compartir equipo con Andrew Wiggins, estrella universitaria que entró por la puerta grande en la NBA, le apartó de los focos.
Era sencillo ver en Embiid un jugador especial. Un diamante en bruto. Cada vez que cogía el balón podía ocurrir algo mágico, y los movimientos y progresión que mostró en apenas 28 partidos hacían presagiar una gran carrera. Una lesión en la espalda le impidió acabar la temporada, pero aún así tenía opciones de ser elegido el primero en el Draft.
El Proceso
Una fractura por estrés a pocos días de la ceremonia encendió todas las alarmas. Esto le hizo caer a la tercera posición, seleccionado por los Philadelphia 76ers. En aquel momento el equipo se encontraba de lleno en The Process, una estrategia que debería devolver al equipo a los tiempos gloriosos de antaño. La idea de Sam Hinkie, mánager del equipo y arquitecto del proyecto, era la de acumular el mayor talento joven posible y desarrollarlo sin la presión de tener que sumar victorias de forma inmediata. Así los jugadores se fogueaban mientras perdían partidos y el equipo podía elegir arriba en el Draft.
Tras dos años en blanco, Joel Embiid está maravillando. Además de confirmar los buenos movimientos para anotar cerca del aro o su gran potencial defensivo, está mostrando un rango de tiro y una agilidad y coordinación impropias de su tamaño.
La alegría que desprende el jugador está contagiando a una afición por demasiado tiempo tendente a la nostalgia. Mención aparte merece su actividad en Twitter.
Desde el inicio de temporada, Embiid reclamó como propio el nombre de The Process, en un velado homenaje a Hinkie, forzado a dimitir el pasado abril por los malos resultados. El cambio que su sola presencia ha provocado en el estado de ánimo y de confianza del equipo no tiene precedentes entre los jugadores novatos. Sus números, a pesar de la limitación de minutos, le llevan al Olimpo de los pívots junto a leyendas como Olajuwon o Chamberlain, y es muy posible que sea elegido All Star en los próximos días. Esta temporada ya siempre será la del debut de Joel The Process Embiid.