La cueva de Altamira esconde muchos misterios. Desde que Marcelino Sanz de Sautuola se topara con sus pinturas prehistóricas en pleno corazón de Cantabria, dicha cavidad ha causado una gran fascinación por ser la Capilla Sixtina del arte rupestre, un enclave donde el primer Hombre demuestra que es mucho más que un "mono pensante". Pero también esconde misterios y secretos que se han ido olvidando con el paso de los milenios.
Las cuevas rupestres, un intento de comunicarse con lo sobrenatural
Hay que tener en cuenta que los primeros hombres no realizaban sus representaciones pictóricas sin motivos.
Sus inquietudes, su entorno y todo aquello que no comprendían quedaba plasmado en el arte, cuyas connotaciones eran transcendentes y mágicas. A través de este, entrarían en contacto con lo sobrenatural, con aquello que con el paso del tiempo se ha considerado como la esfera de la divinidad. Por tanto, sería una forma de comunicarse con algo que se escapaba a su razón. Asimismo, el arte se llevaba a cabo en lo más profundo de los abrigos y de las cuevas. Cabe destacar que muchos investigadores vinculan a estos recintos como el culto a la Madre Tierra. Así, las pinturas rupestres serían mucho más que meras escenas de caza o muestras de hábitos cotidianos, sino que forman parte de un Misterio que se ha perdido con el paso del tiempo.
Misterios que aún encierra la cueva de Altamira.
La cueva de Altamira podría tener un posible significado astronómico
Dentro de los misterios de la cueva de Altamira, también hay que mencionar a la arqueoastronomía. Esta disciplina se centra en analizar la ubicación de recintos prehistóricos como cuevas rupestres o construcciones megalíticas en función de su orientación astronómica.
En este sentido, las pinturas de Altamira tendrían también una sorprendente relación con las estrellas.
La doctora Luz Antequera sostiene los grabados de Altamira tienen que ver con los astros. En primer lugar, asegura que la plasmación de las pinturas en el techo es revelador, ya que intentan representar el cielo. Después, defiende que los bisontes recrean las constelaciones de la Vía Láctea, incluyendo la Osa Menor y la Osa Mayor.
Con ello, buscaban controlar los solsticios y los equinoccios, de gran carga mágica para el hombre prehistórico. Con esta teoría se demostraría que los habitantes de la cueva cántabra tenían conocimientos astronómicos, más allá de la concepción simplista que se tiene del hombre primitivo en la actualidad.
El misterioso jabalí que aparece y desaparece
No obstante, la importancia astronómica no es el único misterio de la cueva de Altamira. Otro enigma está vinculado al conocido como "jabalí de Altamira". Se trata de un representación de este animal que unos ven y la mayoría no. Dicen los que lo han visto que tiene ocho patas y que parece estar corriendo por las bóvedas de la cavidad.
El "jabalí de Altamira" ha sido advertido sobre todo por niños, que ven al animal mientas provocan quebraderos de cabeza a sus padres.
Los investigadores, por su parte, apuntan a que en realidad es uno de los bisontes y que parece un jabalí debido a las grietas que presenta el techo de la cavidad donde se encuentran las representaciones prehistóricas.
Un supuesto unicornio dibujado en Altamira
Finalmente, dentro de los misterios que encierra Altamira, el más polémico es el referente a la existencia de un supuesto unicornio. Georgeos Díaz Montexano, que defiende que la escritura nació en las cuevas prehistóricas de la Península Ibérica y Francia, afirma que dentro de las representaciones pictóricas hay un caballo con un cuerno en la frente. En este caso, se trataría de la continuidad del cuerno de un bisonte o de una grieta que vuelve a pasar malas pasadas. Pero no deja de ser un detalle que añade más magia y misterio a la cueva de Altamira.