Es uno de los productos típicos de la gastronomía lusa: los “pastéis” de nata. Irresistibles y con esta sencilla receta estarán hechos en apenas media hora.

Se van a necesitar (para 4 raciones): un rollo de hojaldre, medio litro de nata fresca, 200 gramos de azúcar (refinado), 8 yemas de huevo, una cucharada de almidón de maíz, la piel de un limón, mantequilla, azúcar gras y sal.

Los pasos de la preparación del pastéis de nata

1. Calentamos la nata hasta que hierva. Con la ayuda de un batidor eléctrico, en un cuenco que luego pondremos al baño María, batimos las yemas juntos al almidón, el azúcar y un poquito de sal.

Después, vamos a añadir la nata caliente (poco a poco) y, para terminar, la piel del limón.

2. Colocamos el cuenco en una olla y cocemos toda la mezcla al baño María hasta lograr una crema bastante densa.

3. Untamos con la mantequilla un total de doce moldes, individuales, que deben ser de aluminio y especiales para repostería o los típicos moldes para magdalenas.

4. Extendemos la lámina de hojaldre, recortamos doce discos y forramos los moldes cubriendo, incluso, los bordes.

5. Rellenamos los modelos con la crema que hemos hecho, los metemos en el horno precalentado a unos 210 ºC y cocemos los pasteles durante 8-12 minutos.

6. Lo dejamos enfriar un poco a temperatura ambiente y, después, lo espolvoreamos por encima con azúcar glas.

Los podemos servir aún caliente y estarán deliciosos.

La dificultad es media. Por tanto, hay que tener un poco de experiencia en la repostería, pero no es muy complicada; además, valdrá la pena intentar hace este postre que es delicioso, sin duda, y que atrae a miles de turistas a tierras portuguesas para disfrutar de un "Pastel de Belém", como también son conocidos.

Se necesitan 30 minutos para hacerlos.

Los 'Pasteles de Belém' son una de las recetas más famosas de Portugal

Los pastéis de nata, o más conocidos como “Pasteles de Bélem” son uno de las grandes especialidades de la cocina de Portugal. Pueden comerse calientes o fríos. La leyenda dice que fueron una invención de los monjes jerónimos del Monasterio de Santa María de Belém, durante el siglo XVIII.

Por culpa de la revolución liberal portuguesa que tuvo lugar en el año 1820, en el año 1834 el monasterio cerró sus puertas (Belém queda muy cerca de la capital del país, Lisboa). El panadero del convento, viendo que se quedaba sin trabajo, decidió vender la receta a un empresario del país que decidió vender los pasteles, en un primer momento, conforme a la receta del convento.

En 1837, abre una pastelería “Casa Pastéis de Belém” y esta fue creciendo en tamaño al mismo tiempo que aumentaba la fama entre los vecinos, y después a nivel nacional. Y, desde entonces, en este local se lleva trabajando este tipo de pasteles, de manera ininterrumpida, además de que se pueden comer allí mismo espolvoreándolos con canela o con azúcar.