Vida y muerte, verdad y mentira, poder, tiempo y amor: los grandes temas de la literatura concentrados en palabras cuidadosamente elegidas por dos grandes escritores anglosajones con cuatro siglos de diferencia. Del corral de comedias al HBO, el Arte siempre intenta plantear las preguntas que remueven las pasiones humanas. El gran agitador de sentimientos de la historia de la literatura, William Shakespeare, es imitado por todos, pero pocos han logrado la acogida conseguida por George R.R. Martin con la saga de Libros Canción de Hielo y Fuego y la serie Juego de Tronos.
El Bardo fue pionero en crear personajes redondos que conversan consigo mismos a lo largo de la escena, algo corriente en la novela actual pero que encierra gran dificultad en el teatro por su brevedad. Además, este diálogo se produce de una manera particular, con un registro adecuado según la personalidad del protagonista, lo que hace que el lector los conozca a fondo.
Como el Cisne de Avon, Martin ha creado gran multitud de héroes que van más allá de su obra. Cada capítulo de Canción de Hielo y Fuego está contado por un narrador equisciente que traduce lo que ve desde la perspectiva del personaje que pone título al episodio. Esta técnica hace conocer a los protagonistas desde su punto de vista, intentar adivinar su siguiente movimiento y ponernos en su piel.
La empatía que se siente por ellos tiene un clímax final para ambos autores: su muerte. La muerte de un protagonista ha sido digerida como la de un ser querido para todo el público en casos como el de Mercucio en Romeo y Julieta o el de Ned Stark en Juego de Tronos. Su muerte los convierte en mártires de la literatura; en héroes trágicos.
'Piensa demasiado. Hombres así son peligrosos'
Ambos reivindican que la fuerza proviene tanto de la espada como de la inteligencia. Un rey necesita de ambas virtudes para gobernar, aunque prefiere que los de su confianza sean fuertes, pues teme que los listos lo suplanten. Tyrion representa el peligro intelectual en su saga, pero este miedo lo pone Shakespeare en boca de César cuando le pide a Marco Antonio que lo protejan “hombres de poca cabeza”. César teme Casio, uno de los intelectuales amantes de la intriga que lo traicionará al final.
'Quien hace una pregunta debe ser capaz de soportar la respuesta'
Ambos conciben personajes medievales que viajan para comunicarse. Los mensajeros son más propios del teatro que de la novela, que suele usar al narrador para anunciar hechos fuera de escena. En este caso, el reclutador de la Guardia de la Noche, Yoren, es preguntado por Robb sobre su tío Benjen. Yoren, consciente de que su respuesta lo irritará, avisa antes de contestar que probablemente esté muerto. Incide en la idea “alas negras, palabras negras”, pues estos guardianes son apodados cuervos.