El 10 de diciembre de 1606, es decir, tal día como hoy hace 412 años, se terminaba la construcción de la catedral de Sevilla. Tras más de dos siglos estando en obras al final la ciudad andaluza tenía su gran templo, que con el tiempo se ha convertido en la tercero más grande de la cristiandad por detrás de la Basílica de San Pedro (El Vaticano) y la Basílica de Nuestra Señora Aparecida (Brasil).

Aparte de la peculiar forma de su construcción, que se hizo sin planos y los maestros lo pintaban todo en la arena para luego borrarlo, la catedral de Sevilla destaca por los innumerables símbolos ocultos que se encuentran en sus paredes y que tienen que ver con el hermetismo y la alquimia.

Lorenzo Mercadante de Bretaña, constructor de la catedral y creador de los símbolos ocultos

La construcción de la catedral de Sevilla no sería entendida sin la figura de Lorenzo Mercadante de Bretaña, un personaje desconocido para la Historia, aunque tuvo fama en la ciudad andaluza. De este constructor poco se sabe, solo que participó en las obras de la catedral y que destaca por su estilo gótico borgoñón.

Sin embargo, Lorenzo Mercadante de Bretaña se encargó de la decoración escultórica del templo, sobre todo de las entradas a este, dejando su impronta. Impronta en la que sobresalten claves solo entendibles para algunos iniciados, ya que este pertenecía al gremio de maestros constructores donde reinaba el hermetismo y el ocultismo.

Algunos símbolos relacionados con la alquimia y esotéricos de la catedral de Sevilla

Justo hace hoy 412 años, los sevillanos se acercaron a contemplar la terminada catedral de Sevilla y se sorprendieron al ver que las esculturas contenían detalles que nunca habían visto antes. En la Puerta del Nacimiento, pudieron ver la representación de la llegada al mundo de Jesús de Nazaret, pero diferentes a la del resto: el Niño aparece levitando mientras que José no lleva cayado y sí un gorro frigio; además no aparecen ni la mula ni el buey y sí lo hace una pastora con una misteriosa piedra en la mano.

El gorro frigio ha estado vinculado siempre con el mago, además de ser un recuerdo al mitraísmo; por su parte, lo que la pastora entrega al Niño Jesús sería la famosa Piedra Filosofal que los alquimistas han perseguido a lo largo de la Historia.

En otra de las puertas ya en el complejo de la catedral de Sevilla se pueden ver juntos a un gallo y a un zorro, que recuerdan la composición del mercurio alquímico, elemento clave para poder alcanzar esa transmutación del plomo en oro.

También se puede presenciar la lucha entre un ave y un animal terrestre (representa la lucha entre el cuerpo y el alma), y un dragón sin alas, símbolo del azufre necesario para los alquimistas.

Por si fuera poco, el 10 de diciembre de 1606 abrieron todas las puertas de la catedral de Sevilla, que son siete. Y es que el número siete está por todos los lados en la catedral: en salas, dependencias, columnas, puertas...Todo para representar esos siete pasos que deber llevar a cabo el alquimista para alcanzar la Gran Obra.