Los lujos que tenemos hoy en día nunca han sido así. Solo hay que realizar un viaje intelectual en el tiempo a la Edad Media para ser consciente de que no apreciamos lo que tenemos. Esta época histórica suele relacionarse con castillos, reyes y guerras por todos los lados, pero sobre todo fue etapa donde la Iglesia y la religión dominaban todos los aspectos de la vida. Es una era con muchas Curiosidades que el paso del tiempo ha desvirtuado. Veamos algunas.
Lo sobrenatural estaba a la orden del día
En una sociedad liderada por el analfabetismo, la superstición campaba a sus anchas.
Este hecho provocaba que el vulgo vinculara todo lo que no entendía a hechos prodigiosos provocados por fuerzas sobrenaturales, ya sea la acción del Diablo, apariciones de la Virgen o la mismísima ira de Dios. Hoy nos parecería de locos, pero en la Edad Media una simple tormenta que destrozara las cosechas se interpretaba como un castigo divino.
Los insultos tenían diferentes significados
Muchas de las palabras que utilizamos en nuestro tiempo en tono soez o despectivo no tenían el mismo significado en la Edad Media. Llamar a alguien "marrano" o "puerco", por ejemplo, servía para dirigirse con desprecio a los judíos y conversos (los judíos eran mal vistos en aquella época por temas religiosos y económicos).
Otro insulto, como "cabrón", se utilizaba para referirse a aquellas personas "cornudas" que dejaban que su pareja fuera infiel. En la nobleza el insulto más común era "villano", pero en vez de dirigirse a un ladrón o un personaje malvado solía designar a personas de villa y a los que vivían en las afueras de la ciudad.
Que no te agarrasen de la barba...
En la Edad Media, una de las cosas que más molestaba era que te agarrasen de la barba. La barba era de vital importancia, pues era el principal atributo de virilidad, llegándose a jurar por las barbas para dar mayor credibilidad a lo que se estaba diciendo. Que te tiraran de la barba era sinónimo de una brutal pelea con un desenlace poco agradable.
Las plazas, vertederos de la ciudad
Poca gente sabe que algunas plazas no se construían para mejorar la vida pública o social. Hay que decir que la organización en las ciudades brillaba por su ausencia. Las casas se construían unas junto a otras sin planificación alguna y no tenían agua, luz y alcantarillado. El resultado era que los desperdicios estaban en cualquier parte. Por tanto, se crearon plazas para almacenar los desechos de toda una población. Como curiosidad, los preciosos jardines y plazoletas de Versalles eran literalmente "el retrete" de los asistentes a las fiestas palaciegas.
Las flores que llevaba la novia en la boda no eran un mero adorno...
Bañarse era algo extraordinario. Lo normal era limpiarse una o dos veces al año.
Normalmente las personas medievales se bañaban en mayo, con motivo de la llegada del calor, y en junio, cuando celebraban bodas. De hecho, a veces el olor en las bodas era tan insoportable que la novia portaba flores. Esta tradición se transmitió a lo largo de los siglos aunque el significado no sea el mismo.