Quien tiene un amigo tiene un tesoro, así que te voy a ofrecer algunos consejos para mantener las amistades por mucho tiempo.
Lo primero, es saber que todo aquel que tiene amigos dedica parte de su tiempo a conservar estas relaciones. Es una muestra de inteligencia emocional y empatía, y el simple hecho de preguntar por el estado anímico de una persona que es grata para nosotros es una buena muestra de que nos importa. Tener detalles como éstos y preocuparse por estas amistades es algo bueno, y siempre nos ayudará y nos retroalimentará como personas cuidar de nuestras amistades.
No hay que excederse ni ser pesados, pero es esencial mantener un contacto cercano con las personas con las que tenemos confianza o cercanía estrecha. Siempre que sea recíproca la relación, por supuesto.
Hablando de esta reciprocidad, tienes que tener en cuenta que la amistad es duradera si las dos personas involucradas tienen gustos parecidos o tienen un modo de pensar que, si al menos no es parecido, se complementa. Muchas personas cometen el error, en mi opinión, de aferrarse a otras por el egoísmo -basado en factores económicos o sociales o de reputación- o por otro tipo de sentimientos, pero esas amistades no son duraderas porque jamás fueron genuinas.
No hay que olvidar que deberíamos hablar con nuestras amistades con el fin de escuchar, no de esperar a que deje de hablar para hablar nosotros.
Es una señal de narcisismo o de pensar que nuestras palabras tienen más valor y nuestras opiniones son más importantes que lo que la otra persona nos está contando. Por otra parte, deberías hablar con estas relaciones tan importantes de tus problemas, te vendrá bien desahogarte y a ellos también escuchar que no te guardas los secretos ni los miedos que te reconcomen por dentro.
Es muestra de que confías en su amistad, y para ti saber que estarán allí para ayudarte será de gran ayuda emocional. A veces son nuestras amistades las que no quieren decir que necesitan ayuda pero dan señales de ello. Timidez que en algunos casos les hace demasiado daño. Tendrás que tener precaución y ver si puedes ayudar y de qué manera.
Porque es mejor ser optimista. Si nuestra amistad se siente decaída tenemos que poner de nuestra parte y animar a esa persona con nuestra mejor sonrisa o de la manera que sepamos le va a ayudar en su vida. Muestra interés por lo que hace, por cómo se siente, haz que esta persona se sienta importante. Apóyala cuando las cosas se tuerzan en su vida, quizás mañana sea al revés y esa persona te tenga que ayudar. Es en los momentos difíciles cuando se ve la verdadera naturaleza de las personas. Si podemos solucionar sus problemas, tendríamos que ser partícipes de su solución.
En algunas ocasiones, no queremos estar con una amistad por su comportamiento. Si no te apetece ir a algún sitio o tienes algo en contra sobre un aspecto o pensamiento de tus amistades, sé prudente en tus respuestas, pero dilo.
Será mejor hablar ahora que callar para siempre, porque luego vendrán los reproches, y quizás conviertas a un amigo en tu peor enemigo. No es que vaya a suceder, pero hay que tener cuidado.
Sobre todo, la regla principal es que el que quiere respeto, debe respetar primero. Si quieres buenas amistades, debes serlo tú también con tu yo interior. Debes comportarte y ser con los demás como quieres que sean contigo. Tener paciencia si te molestan, y hablar de ello, pedir disculpas si fue tu culpa o si crees que te confundiste. Y en el respeto, es mejor ser honesto. Si te molesta algo de alguien, no vayas por detrás con puñaladas. Dilo a la cara, de frente a frente, sin tapujos, pero respetando. Si no estás bien con quién estás, no hables mal a las espaldas de esa persona y cambia de amistad.
Si sigues así, es mejor cambiar el chip.
Muchas veces pensamos que la otra persona aún recuerda un pequeño enfrentamiento que no llegó a más, pero que fue convirtiéndose en nuestras cabezas en una gran bola de nieve. Hay que dejar los malos espíritus atrás, lo que guardamos en nuestros recuerdos no llega tanto al fondo de la otra persona como creemos, si pasamos página con cierta lógica. Las amistades no se dañan por los errores que cometemos si sabemos solucionarlos a tiempo, se rompen alimentando al lobo del rencor, como en la historia Cherokee. ¿A qué lobo alimentas, al del rencor, o al del amor y el cariño?