La vacuna rusa contra el Coronavirus está lista. Al menos así lo asegura el Ministerio de Salud ruso, organismo que garantiza, además, el registro oficial de la fórmula anti COVID-19 para dentro de 10 días. Sin embargo, muchas dudas aún circundan ante la solución que promete inmunidad contra el virus responsable de la paralización parcial de la humanidad en este 2020.
Según Mijaíl Murashko, ministro de Salud de Rusia, los expertos del Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya han completado la fase de ensayos clínicos, por lo cual la vacuna rusa contra el coronavirus ya puede suministrarse a la población general.
En los próximos 10 días, las autoridades de salud rusa esperan completar el registro oficial del reactivo para comenzar su distribución. En principio, la vacuna será aplicada solo al personal médico local.
Junto con el Centro Gamaleya, el Ministerio de Defensa ha encabezado la investigación. Portavoces del gabinete ruso informaron que "todos los voluntarios a quienes se les aplicó la vacuna desarrollaron una evidente respuesta inmunológica ante el virus, sin presentar efectos adversos". Los voluntarios permanecieron un total de 42 días internados en el hospital militar clínico Burdenko, en Moscú, luego de recibir la inyección de la vacuna. Desde entonces, evolucionaron positivamente al tratamiento.
Dudas con respecto a la vacuna rusa contra el coronavirus
Rusia, China y Estados Unidos han encabezado la carrera por ser el primer país en desarrollar una dosis realmente efectiva contra el nuevo coronavirus. A casi cuatro meses de haberse declarado la pandemia mundial por la expansión de la COVID-19, ningún país ha oficializado el desarrollo de una vacuna realmente efectiva para generar inmunidad contra el virus.
Rusia aspira ser el primero en lanzar, oficialmente, su fórmula anti COVID-19 al mercado, pero aún existen muchas dudas al respecto.
Una de las más notorias es la escasez de datos científicos que validen la investigación rusa. Si bien el Ministerio de Salud ha informado que hasta 17 organizaciones científicas están desarrollando más de 25 vacunas, no hay datos científicos difundidos de forma oficial que avalen la eficacia y la seguridad de estas fórmulas.
Por ello, especialistas como el inmunólogo estadounidense, Anthony Fauci, advierten el riesgo de sacar al mercado vacunas sin haber realizado suficientes pruebas en pacientes.
Asimismo, se desconoce el número de voluntarios a quienes se les aplicó la vacuna rusa contra el coronavirus en el hospital militar clínico Burdenko. Las autoridades aún no revelan suficientes detalles con respecto al tratamiento suministrado a los pacientes durante los 42 días de confinamiento experimental, pero sí aseguran que el reactivo aplicado tuvo un "100% de inmunidad".
En este sentido, el hermetismo comunicacional ruso es un factor de desconfianza latente. Según Fauci, el tema con las vacunas rusas es que genera tantas dudas como las vacunas chinas: "no hay pruebas fehacientes de que, realmente, las dosis hayan sido debidamente probadas en humanos", esto en declaraciones publicadas por AFP.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) mantiene en vilo a la humanidad, pues según la científica Soumya Swaminathan, "solo hasta mediados de 2021 habrá una vacuna anti COVID-19". Sin embargo, el director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, es mucho menos optimista: "para el coronavirus no hay solución y quizás nunca la haya".
Certezas con respecto a la vacuna rusa contra el coronavirus
Si bien las autoridades del Ministerio de Salud afirman que la vacuna está lista, es un hecho que aún no se aplicará a la población general. Una vez se complete el registro oficial, el siguiente paso será administrar el reactivo a todo el personal médico local, comenzando por los trabajadores del hospital militar clínico Burdenko.
Esa fase comenzará, en principio, a mediados del mes de agosto y se estima que puede tomarse, al menos, un mes.
Contemplando este escenario, la vacuna rusa contra el coronavirus comenzaría su distribución oficial en el mes de octubre, de acuerdo con las declaraciones emitidas por el titular del gabinete ruso, Mijaíl Murashko. Todo el financiamiento de producción y distribución de la vacuna correrá por cuenta del Estado ruso, aunque aún no se hayan publicado cifras oficiales de cuánto costará todo esto al gobierno de Vladimir Putin.
Asimismo, Murashko informó que, aproximadamente en dos meses, otra vacuna rusa contra el coronavirus concluirá sus ensayos clínicos. En este caso, se trata de una fórmula desarrollada por el Centro ruso de Virología y Biotecnologías Véctor, el cual planea aplicar la vacuna a "grupos de riesgo" a partir de noviembre.
Todas las vacunas producidas en Rusia serán de distribución gratuita en el país.
¿Qué esperar de la vacuna rusa contra el coronavirus?
El gigante europeo supera ya los 85.5000 infectados y más de 142.00 fallecidos a causa del coronavirus. Si bien las declaraciones oficiales emitidas por el Ministerio de Salud son alentadoras, aún resta mucho para comenzar a ver resultados verificables y satisfactorios no solo de la vacuna rusa contra el coronavirus, sino de cualquier otra fórmula en desarrollo contra la enfermedad.
Conforme se acerque el invierno, el virus tendrá una nueva escalada en Rusia y todo el hemisferio norte, producto del descenso de las temperaturas. Las autoridades locales son conscientes de ello, por lo cual se encuentran trabajando arduamente para tener lista la vacuna, al menos, antes de diciembre, cuando el frío podría generar estragos, nuevamente, en toda Europa, tal cual sucedió durante el mes de marzo.
Con más de 18 millones de casos confirmados y más de 692.000 personas fallecidas en el mundo, la urgencia por una vacuna contra el COVID-19 se hace cada vez mayor. Por esto, las expectativas con respecto a las fórmulas en desarrollo tanto en Rusia como en Estados Unidos y China son altas, pero también lo es el escepticismo. Por el momento, Europa y Asia respiran gracias al verano, mientras África y América luchan contra la escalada de contagios. Así las cosas, la pandemia aún parece lejos de alcanzar una resolución que permita, cuando menos, garantizar una nueva normalidad en el mundo.