Robert Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, una de las personalidades más conocedoras de los virus, ha expresado que la pandemia de Coronavirus podría estar bajo control en las próximas cuatro u ocho semanas. Siempre y cuando “pudiéramos hacer que todo el mundo se pusiera una máscara ahora mismo”, tal y como ha manifestado en una entrevista que ha concedido a Journal of the American Medical Association.

Redfield ha expuesto la gran importancia de su uso, al afirmar que “estos materiales de tela son una de las estrategias más potentes que tenemos los ciudadanos para detener la propagación del virus, sobre todo si son utilizadas en un entorno en el que hay mucha gente".

Responsabilidad personal para protegerse

Robert Redfield también se ha referido durante su entrevista, al hecho de que llevar una mascarilla no es en ningún modo un asunto de carácter político. Sino que por el contrario es una actuación individual relacionada con la defensa de la salud pública. Hasta el punto de constatar que es realmente una actuación personal, con la cual se puede beneficiar todos los ciudadanos. A pesar de que en su opinión, no todos los ciudadanos tienen esta percepción de que la mascarilla es un instrumento muy útil para protegerse del coronavirus. En unos momentos, en donde algunos de los países más afectados se están planteando una vuelta al confinamiento, ante los rebrotes de la COVID -19.

Las mascarillas ayudan a reducir la transmisión del coronavirus

Las declaraciones del director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades van en la misma línea que las de otros científicos, que se expresaron en este medio de comunicación especializado en temas de la salud. Al punto de que expusieron que hay “una amplia evidencia” de la propagación asintomática y destacando la existencia de nuevos estudios, que ponen de manifiesto el hecho de cómo las mascarillas faciales ayudan a reducir los contagios del coronavirus.

De todas formas, los expertos alientan a que se sigan usando otras estrategias para la contención de la enfermedad vírica. Como por ejemplo, el lavado de manos con cierta regularidad y el distanciamiento social, tal y como recomiendan todas las autoridades sanitarias en el mundo.

Reducción en los contagios de los ciudadanos

Un reciente estudio ha puesto de manifiesto que el uso obligatorio de las mascarillas ayudó a que se rebajasen los casos de contagios en el coronavirus entre los trabajadores de la salud en una región de Estados Unidos.

Al igual que en algunos centros comerciales del mismo país, en donde se hizo un seguimiento de los beneficios de llevar puesto este material de defensa en las vías respiratorias. Al punto de prevenir los contagios en los clientes que acudían a estos negocios. Los expertos aluden a que esta protección se debe de llevar "sobre todo cuando no se cumple con la condición del distanciamiento social".