El físico, Juan Ignacio Cirac, afirma que los superordenadores se utilizan para hacer cálculos como, por ejemplo, estudios del clima, diseño de fármacos, estudios biológicos; en todos los casos citados hay muchas ecuaciones que "son necesarias para poder predecir algo. Estos ordenadores son muy potentes y permiten hacer todos estos cálculos pero hay otros cálculos que no pueden hacer porque no son lo suficientemente rápidos ni tienen la suficiente potencia".
En esta línea, Cirac explica que avanzará como podrían ser los ordenadores dentro de "cuarenta o cincuenta años".
Señala que no tendrán "nada en común con los ordenadores de hoy en día y, además, funcionarán de una forma totalmente distinta y serán mucho más potentes de lo que nos podamos imaginar".
El físico para avanzar en el futuro primero retrocede a cómo eran los ordenadores hace cuarenta años. Señala que no tenían nada que ver con los de ahora "salvo los principios básicos por los que funcionaban"; es decir toda la información que se introducía en estos ordenadores "se hacía en términos binarios con ceros y unos pero físicamente son muy distintos a los de hoy en día".
Los ordenadores de los años cincuenta eran "mucho más lentos que los teléfonos móviles que tenemos ahora". La evolución tan rápida de los ordenadores en cuarenta o cincuenta años es debido a varias razones, explica Cirac.
Apunta que una de ellas es el descubrimiento de los transistores; al cambiar la tecnología eso "permitió empezar a hacer las cosas de una forma más eficiente".
Ley de Moore
Cirac recuerda que la ley de Moore, que es una ley experimental, permite comprobar que desde los años setenta hasta hoy en día "la potencia de los ordenadores, la capacidad de cálculo y el número de operaciones que pueden realizar ha ido multiplicándose por dos cada dieciocho meses".
El físico se pregunta qué pasará si la Ley de Moore avanza; indica que en algún momento "llegaremos a un tamaño en el cual los transistores no podrán existir; la primera persona que se dio cuenta de esto fue Richard Feynman", aclara.
Cirac alude a la famosa conferencia de Feynman en 1959 en la que explicó que si se conseguía dominar el mundo de "lo más pequeño" eso daría nuevas oportunidades.
"Habló de lo que hoy llamamos nanotecnología porque si podemos dominar ese mundo microscópico podremos almacenar mucha más información en menos sitio y la podemos procesar más rápidamente".
Al final de la conferencia dio un paso más y explicó que pasará después de la nanotecnología y dijo que "ahí las leyes físicas, las leyes que dominan el movimiento de las partículas no son las que conocemos son otras distintas y, ahí, empieza a actuar la física cuántica y la Física cuántica tiene propiedades extraordinarias", sostiene Cirac.
Esas propiedades extraordinarias permitirán "hacer algo que no podríamos hacer con las leyes que tenemos hoy en día. Desde 1959 en que Feynman expresó estas ideas hemos llegado a atravesar esa frontera que permite manipular los átomos".
Ahí encontramos "fenómenos extraordinarios" que no tienen nada que ver con lo que conocemos en nuestro mundo; por ejemplo, puede pasar que una "partícula desaparezca de un sitio y aparezca por otro y con una pared por en medio; se comporta casi como un fantasma; un átomo o un electrón puede pasar por una pared desapareciendo de un sitio y apareciendo por otro. O una partícula puede estar haciendo dos cosas a la vez", afirma Cirac
Por otro lado, explica el físico, en ese "mundo microscópico" existen procesos completamente aleatorios; es decir que "ocurren cosas sin que sea por falta de conocimiento sino que, simplemente, es aleatoria en si mismo".