Neil Harbisson es la primera persona reconocida como ciborg en el mundo por un gobierno, incluyéndolo en su pasaporte; y fue la primera persona (ya que a día de hoy existen cinco personas más en el mundo) en tener una antena implantada en su cabeza, lo que le permite ver los colores y percibir colores invisibles para otros humanos como los infrarrojos y los ultravioletas. También puede recibir llamadas, imágenes, vídeos, música o descargarse el último software para que la antena esté totalmente actualizada. Además puede percibir frecuencias externas a la Tierra gracias a su conexión por satélite.
Suena a ciencia-ficción pero es una realidad que ha impulsado a Neil Harbisson a ser el primer artista en la historia, en crear arte a partir de su nuevo órgano sensorial. Es cofundador de la Fundación Cyborg, una organización que ayuda a los humanos a convertirse en ciborgs, a promover el movimiento “ciborg” como algo artístico, y a defender los derechos de los ciborgs. Ha estudiado música en Dartington College of Arts, en Ingaterra y es fotógrafo digital gracias a la New York Institute of Photography.
En función de la frecuencia del color detectado, el chip vibra creando un sonido particular que Harbisson puede reconocer
Nació con monocromatismo, un particularidad visual que le hace ver en escala de grises.
La antena fue implantada de forma permanente en su cabeza en 2004, y está osteointegrada en su cráneo y sale del hueso occipital. Le permite oír las frecuencias del espectro de luz. La antena consta de 4 implantes: un implante de sonido/vibración, un implante para conectarse vía bluetooth a Internet y dos implantes de antena.
En 2011 la antena sufrió daños durante una manifestación en Barcelona, Harbisson lo denunció como una agresión física, ya que considera su antena, como una parte de su cuerpo. Ha creado “el arte de acción” desde la década de los 90, colaborando con la coreografía española Moon Ribas, en obras como Opus no.1, estrenada en el BAC Theatre de Londres en el año 2007.
Ganó el Premio a la Creación Escénica, galardonado por la IMAC de Mataró. “Es una persona avanzada a su época, como lo fueron Leonardo da Vinci o Tesla", comentaban Steve Jobs o Stephen Hawking.
Altruismo tecnológico
Ha donado eyeborgs a comunidades y asociaciones de personas invidentes y ha impartido clases de “color” a niños ciegos para ayudarles a desarrollar a través de sus implantes cibernéticos el sentido del color. Harbison defiende que deberían ser considerados como partes del cuerpo los implantes cibernéticos (como la antena o los eyeborgs) ya que el cerebro los asimila así, como una extensión del cuerpo. Ciertamente, la utilización de implantes craneales también ha sido duramente criticado por los más conservadores y defensores de la bioética, pero no podemos negar lo evidente, ayudan a la especie humana a ser mejor, más funcional y desde luego a ser mucho más avanzada que el ser humano medio.
El avance de la especie es algo imparable y en las últimas décadas ha sido impulsado de manera vertiginosa y siendo recibida como algo extraño y temeroso, aunque el cine y la literatura están haciendo mella en la confianza hacia la nueva tecnología, porque aunque intentemos negarlo, cada vez somos más tecnológicos. Estos avances están facilitando la vida y ayudando a la especie humana, conectándonos mediante cables y ondas, pero seguimos siendo en esencia humanos, y la tecnología va a tardar en recrear algo tan humano, como un abrazo cálido en el momento más necesitado, o quizás nos equivoquemos y nos sorprendamos de hasta qué punto podemos conectar la vida con la tecnología.