La regeneración del cuerpo humano ha sido durante años una utopía en el campo científico debido a que el cuerpo, antes de regenerar una herida o amputación, cicatriza la parte afectada para impedir que éste se desangre.
Gracias a una investigación realizada con salamandras, animal característico por la regeneración que sufre su cola ante la extirpación de la misma por diferentes motivos, se ha llegado a la conclusión de que mediante una serie de procesos científicos como la desmolecularización de la vejiga del cerdo se obtiene la matriz extracelular pura, un polvo cuyas propiedades consisten en mantener las células juntas y crear un nuevo tejido.
Lee Spievack, un empresario jubilado aficionado a las maquetas de aviones, fue la primera persona en probar esta sustancia regenerativa al sufrir un accidente. Lee Spievack se amputó aproximadamente un centímetro de la primera falange del dedo con una de sus maquetas. El dedo no se encontró y asustado llamó a su médico, el cual insistía en una operación de reconstrucción donde utilizarían piel del antebrazo o de la pierna para injertarla en el dedo. El único problema, le informó su médico, es que no recuperaría la movilidad de su dedo.
Stephen Badylak, junto con el hermano de Lee Spievack, Alan Spievack, cirujano en Cambridge (Massachusset), participante en varios experimentos de regeneración animal y ferviente interesado en la regeneración humana desde su ingreso en la facultad de medicina, desarrollaron la fórmula con la que descubrieron el poder regenerativo de la matriz de cerdo.
Alan Spievack le comentó a su hermano “vuelve y cancela la cita de tu médico” “voy a intentar que te vuelva a crecer el dedo”. Dos días más tarde, Lee Spievack recibió en su casa un pequeño bote en el que se especificaba que su uso era veterinario. Cinco veces durante diez días, Lee Spievack se aplicó el polvo de vejiga de cerdo sobre el dedo amputado, cuatro semanas más tarde el dedo amputado se había regenerado por completo incluyendo la uña y poco después descubrió que incluso su huella dactilar era idéntica. Había recobrado por completo la movilidad y sensibilidad de su dedo.
¿Quién iba a decir que gracias a un animal tan cercano a nosotros lograríamos este gran avance?