La fotosíntesis C3 es la más corriente en las plantas, pues sólo el 3 por ciento de las especies vegetales existentes tienen linaje C4, no obstante estas últimas llegan a fijar el 25 por ciento de la fijación del carbono de procedencia vegetal en la Tierra.

La fotosíntesis C4 ha evolucionado en las plantas tropicales para impulsar la producción de azúcar. También las hierbas que utilizan esta fotosíntesis dominan en las sabanas de todo el mundo, siendo utilizado por el maíz y la caña de azúcar, logrando mayores rendimientos.

Las hojas de las plantas C4 tienen tejidos menos densos, lo que permite más cantidad de hojas con el mismo carbono, o bien la producción de más raíces.

La fotosíntesis C4 supone una compleja serie de adaptaciones estructurales y químicas que aumentan la absorción de carbono. A medida que las raíces absorben agua y nutrientes del suelo, las plantas con tal fotosíntesis tienen ventajas importantes en suelos secos y estériles como sabanas y pastizales.

Nos dice el profesor Colin Osborne, autor principal de este estudio (Universidad de Sheffield) que la comprensión de cómo la fotosíntesis C4 produce el crecimiento y los cambios en las plantas "es de crucial importancia para la evolución de dichas plantas, la producción de cultivos y la ecología de los ecosistemas".

En resumen: esta fotosíntesisimplica el crecimiento vegetal mediante la alteración de la fisiología, la asignacióny el tamaño, representando, desde este punto de vista, una verdadera esperanza en la solución del problema alimentario futuro.

La investigación se publica enNature Plants, justo a la semana de la conferencia celebrada en Canberra (Australia) para conmemorar el 50 aniversario del descubrimiento de la fotosíntesis C4.

(*) Fotosíntesis C4

Así se denomina a la llamada vía de Hatch- Slack (sus descubridores), o vía de 4 carbonos. Constituye en sí una serie de reacciones bioquímicas de fijación de CO2 atmosférico.

En las plantas en las que tiene lugar este proceso se consigue concentrar el CO2 entorno a la enzima RuBisCO, llegando casi a su nivel de saturación, haciéndola más eficaz a una segunda carboxilación, evitándose así al máximo la pérdida de CO2 en la fotorrespiración.