Las personas que se sienten ansiosas o amenazadas son más propensas a ser infieles cuando tienen la oportunidad, de acuerdo a los resultados de un estudio publicado recientemente en el Journal of Applied Psychology y muy bien resumidos por el psicólogo Alex Fradera de la Sociedad Británica de Psicología.
Maryam Kouchaki de Kellogg School of Management de la Northwestern University dirigió el estudio; para lograrlo ella y su equipo utilizaron música para hacer que 63 estudiantes participantes se sintieran bien tranquilos, mientras escuchaban música relajante, o ansiosos, mientras les ponían música inquietante icónica de la película Psicosis.
Luego, para revisar las sensaciones, pidieron a los alumnos que les explicaran cómo se sentían después de escuchar una y otra música; los que habían escuchado la banda sonora de la película, efectivamente indicaron que se sintieron más amenazados que los otros.
Más tarde Fradera pidió a los participantes completar una tarea de dinero a través de un ordenador, en la cual había un modo muy fácil y obvio para hacer trampa. Los estudiantes no ansiosos hicieron un promedio de 19 trampas claras, mientras que los más ansiosos hicieron hasta 24. Es decir, mientras más amenazados se sintieron, más trampa hicieron.
Cuando estamos ansiosos, en otras palabras, estamos aparentemente más preocupados por ver por nosotros mismos y menos preocupados por las reglas en general, en este caso, por las reglas del juego.
Esto es sólo una prueba más de que sentirse amenazado pone en duda nuestros valores y mejores cualidades.
Y es que si definimos 'ansiedad' podemos decir que es un factor desencadenante o una amenaza como un problema de salud, afectivo a económico que provoca un estado de nerviosismo que se traduce en ansiedad. Así, asegura el doctor a Fradera, cuando nos sentimos ansiosos por alguna razón, aunque esta no tenga nada que ver con problemas de amor, somos mucho más propensos a ser infieles, pues el estado de ansiedad nos lleva a preocuparnos por nosotros mismos, a buscar una manera de sentirnos mejor sin pensar en los demás, aunque después, cuando la ansiedad baje, terminemos arrepintiéndonos por lo que hicimos.