Si el pueblo español está harto e indignado con la forma en la que se ha llevado el caso del asesinato de Marta del Castillo, imagínese como se deben sentir los familiares. Abandonados por las altas instituciones de la justicia, después de 7 años de búsqueda, los seres queridos de Marta todavía no saben dónde fue a parar su pequeña. La justicia española ha quedado totalmente en ridículo y en entredicho al no ser capaz de encontrar un cuerpo y resolver el caso teniendo ya al asesino. Cuando la justicia francesa ha acabado con el problema del atentado terrorista parisino en una semana.

Quizá sea que hay algún tipo de presión ejerciendo su poder para que no se llegue a cierto punto. Y es aquí donde Antonio del Castillo, padre de Marta, dice la frase: ``Ahora me lo explico todo´´.

En este caso siempre ha parecido que algo extraño pasaba porque normalmente cuando en un país se tienen problemas para la resolución de un crimen, lo lógico es pedir colaboración policial con agencias extranjeras entre las que exista convenio. Cosa que en esta ocasión nunca se ha hecho ya que según la versión oficiosa se conocen las autorías. Y aquí es donde se empiezan a reconocer los hechos inusuales, en la forma de taparse las caras del hermano de Miguel Carcaño y su novia. Esta se llama María García Mendaro, quien ni si quiera entro en prisión provisional como el resto de imputados, debido al inexplicable olvido de la realización del trámite jurídico necesario para el ingreso provisional.

En su localidad natal, sus allegados relatan que esto podría tener que ver con el poder de su adinerada y bien relacionada familia.

La madre de María García Mendaro es un alto cargo del PSOE, Ángela Mendaro. También es vicepresidenta de la Asociación Cultural Juan Bernabé, profesora de enseñanza media vinculada al teatro y mundo cultural, y gerente de la “Casa de la Provincia ” de la Diputación de Sevilla.

La tía de María, Valentina García, es subdelegada del Servicio Andaluz de Salud para la Junta de Andalucía. También un tío de María es juez. Se sabe que ella trabajaba de administrativa en el centro de salud del Pumarejo, en el barrio de la Macarena, donde conoció a su novio que trabajaba de vigilante de seguridad. Antonio del Castillo enuncia el interrogante de si los contactos familiares le pudieron ayudar a María tanto en sus trabajos como en la evasión de la condena. Actualmente Antonio sigue en su lucha para esclarecer la verdad y han conseguido que la fiscalía solicite al Tribunal Supremo la celebración de un nuevo juicio popular.