Desde que empezó la tercera y última temporada de la serie Merlí en TV3, hemos visto muchos cambios: nuevos personajes como la profesora Silvana o Gabriel, el profesor de español. Y la ausencia de su hijo Bruno, ya definitivamente en Roma, o su madre la Calduch, que ya sólo aparecerá de vez en cuando para soltar sus sarcasmos marca de la casa.

O que el propio Merlí se queda solo porque Geni rompe con él al descubrir que ha tenido un rollete con Silvana. Ello le llevará a continuar como pueda su vida, centrándose en sus clases.

Tània, Berta e Ivan presencian un suicidio

El capítulo del pasado lunes tuvo un comienzo poco común en la serie: Berta, Tània e Ivan van a clase por la calle, pero antes de llegar, vieron a un hombre arrojarse al vacío desde un piso alto y matarse contra el suelo. Ello servirá para el filósofo del día: el francés Albert Camus, Premio Nobel de Literatura y autor de novelas como La peste y El extranjero, muerto en 1960 en un accidente de coche, a los 47 años.

Aun con el shock en el cuerpo, llegan allí y les dejan aparte. Mientras, Merlí habla de Camus y saca su ateísmo, el negar la existencia de Dios. Entonces, nuestro profesor hace una de sus “merlinadas”: “Soy agnóstico, un ateísmo de diseño”. Pero Oliver, el homosexual de la clase, le escucha, y al ser creyente, se ofende, ya que cree que Merlí insulta sus creencias.

Poco después, Oliver irá a una parroquia y hablará con un cura, pero luego acabará por disentir de él, debido a que la Iglesia sigue discriminando a los homosexuales, lo cual le hará replantearse su hasta entonces sólida fe en Dios, aunque sin que se le derrumbara poco a poco, como a Ingmar Bergman.

Mientras, el nuevo profesor de lengua castellana, Gabriel, cuyas clases son muy peculiares, cada día parece que hace mejores migas con Elisenda, la profesora independentista.

Si en otro capítulo hablaron de los poemas de Lope De Vega (él) y Salvat Papasseit (ella), ahora hablan de la diferencia entre Rodalies (trenes de Cercanías de la RENFE en Cataluña) y los Ferrocarriles de la Generalitat.

Es una manera, por parte del guionista, y teniendo en cuenta la actual crisis catalana con España, de limar asperezas con dos personajes de creencias tan diferentes que podrían ligar el uno con el otro, sobre todo con la misántropa Elisenda, más preocupada en conseguir la independencia de Cataluña que enamorarse.

Un misterioso taxista le devuelve la cartera a Merlí

Pero a Merlí le pasa algo inesperado: sube a un taxi y deja su cartera olvidada en el mismo. Se acuerda de que el taxista se llama Calixte (o “Calixta Taxista”, en un juego de palabras en catalán), un señor de mediana edad muy campechano y entrañable.

Consigue recuperarla porque viene el propio taxista a devolvérsela a su casa, pero hay otro detalle inesperado, casi de telefilme de Michael Landon: le comunican después que aquel taxista murió años antes, y al salir a la calle, Merlí no le encuentra. ¿Sería un ángel venido del Cielo para que se cuestione su ateísmo, como hacía Landon en “Autopista hacía el Cielo”? ¿O tal vez no?

Volviendo al suicidio del principio del capítulo, se siguió reflexionando sobre él en varias escenas, y todas huían del tópico melodrama sobre el tema.

Y sin estigmatizarlo tampoco. Berta, Tània e Ivan acaban llevando velas al rincón de la calle donde se han puesto velas y flores en recuerdo del difunto.

Otro tema del capítulo era lo que parece que marcará toda la temporada: ver si Tània y Pol se lían de una vez, pero todo es un juego de amor y odio entre ambos muy repetitivo. Los fans de la serie, en Twitter, se quejan de ello y piden a gritos que vuelva Bruno, pues sólo ven a Pol con él, aunque ya dijimos que eso no pasará.