El puente de Overtoun, en Milton (Escocia) se ganó la fama de ser un puente en el que al menos cien perros se precipitaban al vacío y se suicidaban, que con sus 16 metros de altura, eran pocos los perros que sobrevivían durante casi cinco décadas.
Además, algunos de los animales que sobrevivían, volvían a subir para luego volverse a precipitar.
Aquellos que han visto este "fenómeno" afirman que los perros hacían un pequeño "ritual" antes de saltar: se quedaban unos segundos en el centro del puente y, seguidamente, cogían carrerilla y saltaban el parapeto, de apenas un metro de altura.
Estos hechos se empezaron a registrar en los años 60, y poco a poco fue consolidándose este puente de Milton como uno de los lugares más misteriosos de Escocia.
Recientemente, un grupo de científicos han investigado el misterio, liderados por el Doctor David Sands, que han llegado a dar una explicación científica a este misterio.
Las hipótesis que se planteaba la gente iban desde maleficios para aquellas personas más creyentes en este tipo de rituales, hasta pensar que podría ser por algo relacionado con el magnetismo. En cambio, resulta que solo se suicidaban unas razas determinadas de perros (Golden Retriever, Collie y Labrador), propias de razas de caza, por lo que los científicos empezaron a investigar los olores de la zona y sonidos, puesto que por la estatura de los animales y la del parapeto, se eliminaba la posibilidad de que la razón fuera visual.
Finalmente, se llegó a la conclusión que la razón de que estos perros se precipitaran al vacío estaba relacionada con el olfato, puesto que no se percibió ningún sonido extraño, y se encontraron con una población de visones americanos, cuyo olor alteraba a los perros más nerviosos y los que estaban adiestrados para cazar.
Debido a la altura del parapeto, los animales se lanzaban al vacío por que no veían que era esto lo que había al otro lado del parapeto. Además, por la morfología del lugar, el olor se concentraba más en esa zona, puesto que era un espacio bastante cerrado y sin corrientes de aire, lo que hacía que los perros lo oliesen mucho más fuerte.