No es la primera vez en 18 años que los venezolanos se enfrentan a la censura en los medios de comunicación, recordemos que uno de los episodios más sonados de esta índole se dio con Radio Caracas Televisión el 27 de mayo del 2007 y de ahí han continuado los atropellos a emisoras de radio, periódicos y recientemente a una emisora de noticias de Colombia.

Esta vez la razón fue sacar a la luz pública una investigación seria y responsable de la cadena CNN, donde se presentaron pruebas obtenidas durante un año de los negocios fraudulentos e ilícitos hechos por el Vicepresidente de Venezuela, debido a la venta millonarias de pasaportes venezolano en la embajada de Irak.

Tanto el Vicepresidente como Nicolás Maduro y el resto de la cúpula chavista, negaron tales acusaciones dándole el apoyo correspondiente al, según ellos, honorable ciudadano anti imperialista y procedieron a bloquear la señal por cable de la cadena televisiva CNN.

Tras esta arremetida del dictador Maduro al derecho de todos los venezolanos de tener acceso a los medios de comunicación, sin ningún tipo de la restricciones, CNN decidió colocar su señal abierta y en vivo a través de ¨YouTube¨, la cual tuvo un récord de audiencia jamás imaginada por quienes han querido evitar lo inevitable. Y fue a través del programa conducido por Fernando del Rincón en CNN donde los venezolanos, a pesar de la restricción, pudieron ver a los ex presidentes Laura Chichilla y Jorge Quiroga condenando este arrebato a la libertad de los venezolanos por parte de Nicolás Maduro.

Y hoy, frente a las puertas del ente regulador de las telecomunicaciones en Venezuela, ¨Conatel¨, se apostaron los simpatizantes del gobierno y sus políticas y también de aquellos venezolanos quienes están en total desacuerdo con la limitación del derecho a recibir información veraz, sin ninguna restricción como lo dice la Constitución de Venezuela.

Pero los venezolanos no están solos y este mal proceder del dictador Maduro lo está viendo en el mundo entero, lo cual más temprano que tarde le traerá consecuencias inimaginables, ya que los delitos de derechos humanos no prescriben y él y sus cómplices algún día la pagarán.