Los Knicks tenían otra de sus citas importantes frente a uno de los grandes rivales de la conferencia oeste, Los Ángeles Clippers. A pesar de que se produjo todo un aluvión defensivo de sus tres estrellas, Derrick Rose, Carmelo Anthony y Kristaps Porzingis, perdieron el partido. Pero ahí no está la noticia del día, sino que Charles Oakley, un mítico de la NBA en la década de los 90, se ha llevado toda la atención en esta jornada de 12 partidos de miércoles. Otra vez, los Knicks se ven envueltos en líos extradeportivos.

Charles Oakley siempre ha mantenido una mala relación con el dueño del equipo, James Dolan.

Cuenta la leyenda que en su día llegaron a las manos, Dolan llamó a su seguridad privada para deshacerse de un Oakley que tuvo que marcharse de la franquicia neoyorquina para luchar junto con Michael Jordan en los Chicago Bulls. Anoche, se volvían a ver las caras y se produjo una auténtica batalla campal inesperada por cualquier aficionado. El partido incluso llegó a detenerse para saber qué era lo que estaba sucediendo.

Oakley, directamente se precipitó hasta el dueño de los Knicks tras un supuesto encontronazo verbal desde donde se encontraban presenciando el partido. Charles, fue expulsado del pabellón y detenido por la policía de Nueva York. Se le acusa de tres cargos por allanamiento de morada y delitos menores.

La seguridad del estadio se encargó de llevarse a un Oakley que no cooperó. Acabó cayendo al suelo mientras que un hombre de seguridad le invitaba “amablemente” a abandonar el estadio.

La afición de los Knicks observaba atónita cómo sucedía esto que muchos acabaron criticando y abucheando al exjugador mientras abandonaba el estadio empujado por cuatro guardias de seguridad que no veían ningún tipo de ayuda por parte de un Oakley que intentaba volver a su asiento para, seguramente, asestarle un par de puñetazos a James Dolan.

Curiosamente, muchos se han puesto a favor de Oakley diciendo que sólo ha perjudicado a la franquicia desde que tomó el mando de la dirección y argumentan que, con Oakley de entrenador, las cosas podrían ir mucho mejor.