De los relatos del Inglés Rudyard Kipling, de las increíbles aventuras que escuchaba en la radiodifusora de las series mexicanas de Kalimán “el hombre increíble”, y de la biografía cinematográfica del Mahatma Gandhi, ya me había hecho una idea muy rara de ese exótico sub continente y país llamado La India.
Es así que en el año 2012 tuve la grata oportunidad de viajar a ese misterioso país, la aerolínea alemana con su comida hindú nos fue dando las probanzas del sabor tan diferente al acostumbrado, asimismo las agencias turísticas resaltan los sitios de interés, templos que dan cabida a 11 millones de religiones, los Himalaya, los trenes, sitios históricos y monumentos, etc.
Definitivamente soy un viajero middle class traveler, no aspiraba a hoteles de lujo, así como tampoco a hoteles desde 1 a 5 dólares. La primera sorpresa, el precio de un almuerzo o comida en 0,25 centavos de dólar y en contraste, el precio de una gaseosa para acompañarla en casi un dólar. Me había alojado en un Ashram de los Sijs, en las afueras de Delhi a solo un kilómetro de la penúltima estación del Metro conocida como Vhidan Sabah. Ahí el Gurú residía y da hasta la fecha alojamiento gratuito y alimentación Occidental a extranjeros, los cuáles solamente deben hacer un donativo al final de su estancia. Es que la comida hindú tiene mucho picante.
El caso es que un bus urbano salía de ese Ashram a otro que quedaba a considerable distancia, en el destino el Gurú daba una conferencia de Yoga con aproximadamente 10 mil asistentes.
El autobús iba repleto de hindús, alemanes, americanos, austríacos, suecos, colombianos, ecuatorianos, españoles, etc. Permanecía de pie cerca de la última fila, cuando entonces sentí que alguien me llamaba tocando mi brazo, era una anciana que luego supe tenía más de 90 años, ella me invitaba a que tomara su asiento, entonces yo un hombre de 50 me negué rotundamente a tomar ese puesto en lugar de ella.
Un amigo español que vive y visita ese país asiduamente, entonces me advirtió presurosamente, ¡Ve y siéntate ahí!, mira que ella con este acto está cumpliendo la petición del Gurú, que les ha pedido a todos que hagan servicio desinteresado con nosotros los visitantes, y que ella ha planificado esta ofrenda con mucha antelación, ya que no puede por su edad participar en los otros servicios de cocina o limpieza, a lo que los hindúes llaman Sewa o “servicio desinteresado”.
Ante el argumento y con mucha pena ocupé el asiento de la anciana. Al bajar del bus la anciana recibió aplausos que agradecía saludando con las manos unidas e inclinando la cabeza. Por mi parte perdí algo de interés en los monumentos y me ocupé mejor en estudiar a la gente de la India profunda, tratando de descifrar ese espíritu tan místico que los alienta a engrandecer la vida en el planeta, con bondad, amor y dulzura.
La India para mí fue un impacto cultural inolvidable, en este país he vivido cada minuto una aventura y debajo de cada piedra tú puedes encontrar un maestro espiritual.