Ahora que se acercan las vacaciones de verano, uno de los destinos de moda son los países nórdicos, y en especial Islandia. Desde la crisis financiera y el encarcelamiento de los banqueros islandeses, Islandia ha incrementado su popularidad, especialmente en España. Sin duda, un destino único con una idiosincrasia muy particular que lo distingue dentro de los países nórdicos.
Tuve la oportunidad de vivir durante un año en ese único y bello país del que salí enamorada. Aquí mis consejos para una pequeña exploración por la Tierra del Fuego y el Hielo:
Cuando ir:
En Islandia se dice que solo hay dos estaciones: un largo invierno y un verano más cercano al otoño.
Dependiendo de tus intereses te convendrá una época más que otra. La noche polar es un espectáculo extraordinario que solo los meses de invierno te permitirán conocer. A partir de octubre hasta finales de marzo es más o menos la época en que más probabilidades tienes de poder contemplar una aurora boreal. Aún así, puedes tener suerte y ver alguna en verano, hacia finales de agosto, aunque sólo las de nivel más bajo (las verdes) y en el norte de la isla. Os recomiendo la web auroraforecast.com para comprobar la predicción. Por otra parte, el norte se caracteriza por las temperaturas extremas. Aunque el invierno sea de los más fríos, en verano puedes llegar a ir en manga corta.
Mi consejo: aunque el invierno es extraordinario, el verano es el momento más completo.
Las carreteras estarán despejadas y te permitirán una mayor movilidad por la isla y los pueblos estarán celebrando sus festivales de música. Reikiavik, en agosto, se llena de eventos culturales: el orgullo gay, el día nacional de Islandia… Además el sol de medianoche también es algo digno de vivir al menos una vez en la vida.
Qué visitar
Dependiendo de los días de que dispongas, te recomendaría alquilar un coche y dar la vuelta a la Isla. El conocido como “Ring Road” es una carretera (de las pocas que encontrarás allí de hecho) que rodea la Isla, permitiéndote una visita general de ésta: los fiordos del oeste, las zonas geotérmicas del norte (Myvatn y alrededores) son visitas obligadas si dispones de algo más de tiempo.
También en el norte encontrarás impresionantes cataratas, como Godafoss. Acceder al centro de la isla es más complicado ¡Cuidado con las “R” Roads! Te dirán que son carreteras pero son caminos de gravilla. Para acceder a éstos necesitarás un vehículo especial. Creedme que un coche cualquiera te dejará tirado en un barranco como me pasó a mí. Si te atreves, encontrarás paisajes lunares de asombrosa belleza. Landammanalaugar sin duda merece.
Si dispones de poco tiempo, el sur puede ofrecerte grandes experiencias. El Círculo Dorado te permitirá visitar el Geysir y varias cataratas en una excursión de un día. Conduciendo la costa sur encontrarás Vik, un pueblo famoso por su playa de arena negra, así como Jökulsárlón, un lago glaciar donde tendrás el privilegio de ver focas nadando en libertad.
Qué comer
La gastronomía nórdica no es particularmente apetitosa: sus platos estrella son el tiburón y la ballena, de un sabor tan fuerte que suele acompañarse de brennivín, el aguardiente típico islandés. Aún así, en Reikiavik y Akureyri encontrarás restaurantes de alta cocina que han conseguido reinterpretar esos sabores transformándolos en platos deliciosos.
Por un precio más asequible tienes los típicos pylsa, perritos calientes deliciosos de los que los islandeses se sienten particularmente orgullosos. Los encontrarás en el puerto, frente al kolaportid Flea Market.
Qué evitar con un islandés
Esta información es muy importante, y no creo que aparezca en muchas guías. Una de las normas más importantes que debes tener grabadas a fuego es: nunca, bajo ningún concepto, te suenes la nariz en público.
Es de malísima educación. Una vez vi a una islandesa hacerlo. Fue como contemplar el Santo Grial. Después de sonarse la nariz tiró el pañuelo al váter, tiró de la cadena, se lavó las manos y me pidió disculpas.
Éstas son solo algunas de las maravillas que encontrarás en Islandia, imposibles de resumir en tan poco espacio, aunque parte de la magia de viajar es la aventura de descubrir por ti mismo lo que no viene en las guías.