El Palcohol, un polvo que mezclado con agua se convierte en licor, ha recibido esta semana la autorización para su comercialización de la agencia que marca las pautas legales en EEUU para las drogas legales -Alcohol and Tobacco Tax and Trade Bureau-, tras cuatro años de lucha administrativa. El producto se convirtió en polémico el pasado año cuando, tras haber recibido aprobación para su venta de la mencionada agencia, esta fue repentinamente retirada debido supuestamente a que su etiquetado podía llevar a error al consumidor.
La empresa productora, Lipsmark, anuncia en su página web que, finalmente, han conseguido el beneplácito del gobierno estadounidense y que sus polvos de alcohol llegarán al mercado, si nada lo impide de nuevo, este verano.
Desarrollado por un emprendedor -Mark Phillips-, Palcohol ya está en tres sabores de cóctel: el de un Cosmopolitan, el de una Powerita (como un margarita) y el de un Lemon Drop. Además se podrán tomar chupitos de vodka y de ron, entre otros licores, o combinar los sobres de estos sabores con agua o refrescos.
Lipsmark anuncia en su web que se comercializará como cualquier bebida alcohólica en el país y que están abiertos a vender a todo el mundo. Una dosis de polvos y seis onzas de agua (170 mililitros) y ya está lista la copa con la misma cantidad de alcohol que tendría una bebida alcohólica tradicional llegada de las botellas.
Pero, ¿qué son estos polvos? Pues moléculas de alcohol etílico encapsuladas junto aromas y sabores y con posibilidades de consumo variadas.
Por un lado puede utilizarse como los licores convencionales o ser mezclado, por ejemplo, con cerveza o vino; aunque también cabe la posibilidad de añadirse a platos de comida -teniendo en cuenta que no se les añade solo sabor, sino también alcohol-. De hecho, ante estas posibilidades, el propio fabricante recomienda que use responsablemente y que, si se pone en la comida, por ejemplo, no se le de a los niños.
Una de las grandes polémicas sobre el producto ha estado en cómo se usarán los polvos, pero el argumento de la empresa siempre ha sido que es responsabilidad del consumidor, al igual que con otras drogas legales. No obstante, algunos Estados ya están anunciando la regulación para impedir su venta en ellos.
Paralelamente a su consumo humano, Lipsmark señala que podría utilizarse esta tecnología para desarrollar proyectos energéticos, médicos e industriales, aunque todavía no están diseñados