Fernando González de Castejón, era marqués de Perijá y conde de Atarés y según las averiguaciones periciales realizadas asesinó a su esposa de 44 años y la amiga de esta de 70 con un arma corta de pequeño calibre, con la que a continuación se quitó la vida disparándose en la mandíbula. El arma era una de las que estaban expuestas en el altar con simbología filofascista y filonazi instalado en el salón de su vivienda en la calle Serrano de Madrid, una de las vías más caras de la ciudad.

Crónica de una muerte anunciada

Los allegados al matrimonio se acercaron ayer a informarse de lo sucedido y al igual que en la novela de Gabriel García Márquez confesaban: “Sabíamos que esto iba a pasar”, confirmando que la relación entre el aristócrata y su mujer estaba cada vez más deteriorada, sobre todo en los últimos días y eso a pesar de que junto a la hija de ambos de 12 años se habían trasladado a Euro Disney en París.

Afortunadamente, la niña se había quedado unos días más en la capital francesa y eso hizo que no estuviese en el lugar de los hechos, evitando así ser otra víctima, supuestamente, del padre.

Un testigo de la boda del matrimonio, lloraba de impotencia sin comprender como había pasado un hecho tan luctuoso y afirmaba haberle dicho a la mujer de Fernando que no volviese con él, pero ella siempre acababa perdonando a su marido. Según este testimonio los problemas que habían tenido a lo largo de su relación los estaban superando gracias a la niña.

El matrimonio no trabajaba, ya que el patrimonio era importante, pero él fundó una empresa inmobiliaria, al parecer con gran éxito. Lo amigos del aristócrata afirman que últimamente se le veía deprimido.

Un aristócrata que no escondía su ideología filofascista y filonazi

Los investigadores encontraron en el piso de 200 metros cuadrados de Fernando González de Castejón un arsenal de armas de todo tipo: escopetas de caza, cuchillos de combate, arcos y flechas, abundante munición e incluso un flamante uniforme militar junto con una bandera preconstitucional.

Lo curioso es que no disponía de licencia para ningún tipo de armas, lo que se hubiese sabido de haber denunciado sus vecinos que utilizaba el patio interior del edificio como campo de tiro y que incluso salía a pasear portando una escopeta de caza, con la que había amenazado a alguno de ellos, porque decía que le ensuciaban los Picasso que tenían en el salón.

Por lo visto, esos mismos vecinos lo consideraban excéntrico y algo loco, pero ser aristócrata callaba bocas de forma incomprensible.

El altar dedicado al fascismo que había en el salón estaba decorado con fotografías de Franco y Hitler y uno de los cuadros lucía una esvástica de gran tamaño.

El aristócrata homicida estuvo en ‘Espejo Público’ y en ‘El programa de AR’ en 2015 al ser uno de los afectados por la intervención del Banco Madrid y en ambos programas se mostró muy vehemente, haciendo comentarios racistas contra la inmigración y contra ‘la rojada’ en alusión a socialistas y comunistas.