Un mes duraron los trabajos de búsqueda en los que se aplicó el buque oceanográfico ‘Ángeles Alvariño’ hasta su relevo. También pasaron setenta días desde la desaparición de Tomás Gimeno, quien llevó consigo a sus hijas, las pequeñas Olivia y Anna y conmovió a España por la truculencia del plan que poco a poco se fue descubriendo.

Juan Ortega Machín es buzo jubilado y fue jefe por 33 años del Servicio Marítimo y los especialistas de los Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS). Esta experiencia lo autoriza a hablar con fundamento de causa sobre todo lo que pudo haber pasado con el cuerpo de Tomás Gimeno y por qué se suspendió la búsqueda.

El hallazgo de Olivia Gimeno superó las expectativas

Para el exbuzo, ya haber “encontrado a Olivia fue una suerte” y “las expectativas se han superado claramente” gracias a que la bolsa donde estaba, Gimeno la había lastrado con el ancla faltante de la embarcación. Recordemos que la segunda bolsa encontrada estaba abierta, y es donde se supone que estaba Anna, nunca hallada. Sin embargo, considera que “desde el punto de vista técnico, se han conseguido cosas”.

Machín se refiere con mucha naturalidad para explicar el proceso que hay que tener en cuenta en cuanto se refiere a la búsqueda de Gimeno y las razones por las cuales se descontinuó el rastreo del filicida: “él no se metió en una bolsa¨, lo que significa que el cuerpo queda a merced de las condiciones naturales del medio.

Para el profesional, “el cadáver de Tomás Gimeno muy posiblemente hace tiempo que está limpio y en los huesos”.

La fauna marina aceleraría el proceso de descomposición del cadáver

La tesis del ex jefe del GEAS se basa en que al no haber tenido protección de, por ejemplo una bolsa como sí en el caso de Olivia, Gimeno se habría arrojado al mar con tan solo un cinturón de plomos, por lo que quedó expuesto a la acción de la fauna y la flora del lecho marino donde cayó: a la acción de descomposición interna de un cuerpo, se suman los factores externos, como peces, crustáceos, gusanos de fuego y otros Animales.

El cuerpo de Gimeno también podría haber caído en una zona de fango, lo que para Machín es muy probable, porque se trata de una zona portuaria, el cadáver de Gimeno podría haber quedado oculto, pero no cabe ninguna duda que “ya estaríamos hablando de un esqueleto”.

La imposibilidad de obtener mejores resultados

Por estas circunstancias, es posible que la jueza al frente de la investigación haya cerrado la búsqueda con el buque oceanográfico, dado que ya no había chances de obtener más resultados.

El ‘Angeles Alvariño’ trabajó arduamente para cartografiar 250 kilómetros cuadrados con profundidades de entre 100 y 2.000 metros sin encontrar ningún resto óseo de Tomás Gimeno. Y para Juan Ortega Machín, ya no queda nada del padre asesino: “hay huesos y pronto, ni eso”, concluye.