Mientras continúa la búsqueda de Tomás Gimeno y de la pequeña Anna, todavía se intenta reconstruir el plan preconcebido que tenía el padre de las niñas de Tenerife. Los últimos momentos de la vida del asesino de Anna y Olivia son una auténtica incógnita y mucho se está hablando de ello. En este caso, el último en postular una hipótesis ha sido Joaquín Amills, portavoz de la familia materna, quien está convencido de que el desaparecido no quería quitarse la vida.
El portavoz de la familia materna está seguro de que Tomás Gimeno pretendió huir
Joaquín Amills ha comentado en 'Espejo Público' que Tomás Gimeno tenía un plan preparado y estudiado, casi de "forma robótica", menos un detalle: el de su propio fin.
El portavoz de la familia materna afirma que el asesino de Anna y Olivia no quería quitarse la vida en un primer momento, pero algo hizo que cambiara de opinión sobre la marcha. Pero dentro de sus planes estaba el de deshacerse de los cuerpos de sus hijas y después huir, sostiene el presidente de SOS Desaparecidos.
El padre de las niñas de Tenerife habría cambiado de opinión por miedo a enfrentarse a la sociedad
Prosigue Amills afirmando que, a pesar de que Tomás Gimeno no planteara el suicidio en un principio, le pudo el miedo a enfrentarse a la sociedad y no tanto el arrepentimiento por haber acabado con sus hijas. Algo que también es compartido por los expertos que están a cargo de la investigación.
Para ello recurren al perfil psicológico del padre de las niñas de Tenerife, que ha sido catalogado como un hombre narcisista, con ego en demasía y que no soportaría tener una imagen de criminal ante la sociedad, por lo que desecharía la idea de huir para finalmente quitarse la vida.
Su encuentro con la Guardia Civil pudo ser un punto de inflexión para que finalmente no huyera
Aparte de la idea que sugiere que Tomás Gimeno finalmente cambió de opinión por su forma de ser, se suma la del encuentro con la Guardia Civil. En un principio, tras deshacerse de los cadáveres de Anna y Olivia, volvió al puerto como bien es sabido.
Y ahí es cuando habría cambiado de opinión al toparse con los agentes que le dieron el alto. En ese instante, según Joaquín Amills, es cuando el padre de las niñas de Tenerife se da cuenta de que por mucho que emprendiera una huida no tenía escapatoria, decidiendo finalmente suicidarse.
De hecho, cuando vuelve a abandonar el puerto, su teléfono móvil continuaría activo hasta las dos de la madrugada, navegando durante dos horas, que es lo que tardaría en quitarse la vida. Esta circunstancia podría indicar que no tenía tan claro qué hacer consigo mismo y que se alargó hasta poder armarse de valor para lastrarse hasta el fondo del océano.