María José Carrasco, de 61 años, hizo público su deseo de morir en numerosas ocasiones y la última conocida, en octubre de 2018. Padecía esclerosis múltiple, una enfermedad crónica del Sistema Nervioso Central que está presente en todo el mundo y que es una de las enfermedades neurológicas más comunes entre los jóvenes y adultos de 20 a 30 años.

Alguno de los síntomas pueden producir falta de equilibrio, fatiga, alteraciones visuales, temblor y dificultades del habla, entre otros. El curso de la EM no se puede pronosticar. Además, es una enfermedad caprichosa que varía en gran medida de un paciente a otro.

Normalmente se hace visible en el inicio de la fase adulta de la persona, cuando está iniciando su proyecto de vida. La incidencia es mayor en mujeres que en hombres y hasta el día de hoy no se conoce su causa ni su cura.

Un suceso anunciado

El miércoles 3 de abril, los agentes se personaron en la casa situada en la calle Federico Carlos Sáinz de Robles, propiedad de la fallecida y su marido, según ha hecho saber la Jefatura Superior de Policía a fuentes de la agencia Europa Press. El marido de la fallecida suministró una sustancia a su esposa que provocó la muerte de la misma. María José Carrasco se encontraba en fase terminal de su enfermedad y había hecho público su deseo de morir en numerosas ocasiones desde que se le diagnosticó la enfermedad.

Fue en 1989, cuando María José contaba con 32 años, cuando le diagnosticaron la enfermedad. Desde entonces, vio cómo este padecimiento mermó y acabó con las transmisiones de sus sistema nervioso. De hecho, se encontraba con la visión y el oído dañados, sin poder estar de pie ni caminar, sin ser capaz de asearse o comer sola y esto hacía que dependiera totalmente de su marido, jubilado anticipadamente como técnico de audiovisuales de la Asamblea madrileña, que desde el momento del diagnóstico cuidó de su mujer y atendió sus necesidades.

Sin ley de eutanasia

La pareja contó su historia en varios diarios donde trasmitían su deseo de que el gobierno aprobase la ley de eutanasia. Además, relataban que hace muchos años hicieron testamento vital y que tras el diagnóstico, la enferma intentó suicidarse sin resultado positivo porque su marido se lo impidió porque aún contaba con años de calidad de vida.

Cada vez con mayor frecuencia surgen casos en los que los propios pacientes, conscientes de su crítico estado de salud, piden la muerte. De esta manera, se abre un debate en el que las opiniones son muy variadas.