Portomeiro es una localidad coruñesa con apenas 200 habitantes. Aparentemente es un lugar tranquilo, sin noticias que provocan sobresaltos. Sin embargo, Portomeiro está en el "mapa del Misterio" desde que en una casa, según el matrimonio que fue testigo de ello, se vivieron escenas de auténtico pánico por fenómenos inexplicables.

Nacho Mirás, periodista de La Voz de Galicia, recuperó los hechos misteriosos que sucedieron al matrimonio formado por Cesáreo y Sabina en el año 1977 en su propia casa.

En esta vivienda de Portomeiro se sucedieron extraños sucesos que no pudieron ser explicados: ruidos de origen desconocido, piedras que caen de la nada, la ropa empieza a arder de repente... El revuelo fue tal que a la casa de Portomeiro acudió un sacerdote para intentar "expulsar los malos espíritus" que habría entre sus paredes. Mirás señalaba a Manolo, uno de los seis hijos del matrimonio, como el detonante de los fenómenos, fruto de una broma para asustar a sus padres.

Según relata Francisco Pérez Caballero en su libro Inexplicable, esta casa de Portomeiro volvió a ser testigo de fenómenos extraños a finales de los 90, donde varios testigos aseguran al autor que vieron con sus propios ojos "como llovían piedras, se rompían objetos, ardía la ropa que había metida en un baúl y la almohada de la cama se movía sola".

Estos testigos defendían que Manolo no era el autor de aquello, ya que sin su presencia también ocurría este serie de acontecimientos sin explicación.

Estos testigos añaden, según recoge la obra de Pérez Caballero, que el fenómeno interactuaba violentamente con los testigos. A un hijo que tenían minusválido "algo" le dio una bofetada. A otro hijo le estamparon una zapatilla lanzada desde la nada.

Los vecinos de Portomeiro aún recuerdan las historias sobrenaturales que se contaban sobre lo que ocurría en aquella casa. Para algunos, era una broma perpetrada por Manolo o una argucia de la familia para que les concedieran una casa mejor; para otros, los fenómenos eran reales y que los presenciaron con sus propios ojos...